En Pezcalandia nos preguntamos, qué mueve a un empresario, alto ejecutivo o magnate a viajar de Estados Unidos, Europa o Brasil a pasarse 9 días pescando en las provincias de Corrientes y Entre Ríos?
Un programa que le significará, luego del costo del viaje internacional y otros gastos obvios, sólo en la infraestructura de apoyo a ese periplo pesquero, abonar un mínimo de 9.000 dólares. Esto si lo hace en solitario, porque ese precio bajará a 8.000 dólares, cada uno, si lo hace con otra persona, es decir, gastando unos 16.000 dólares (el costo sigue bajando dependiendo de la cantidad de participantes). Pero lo que le ofrecen es más que atractivo: estadía en sofisticados lodges o resorts, con todos los componentes de un hotel cinco estrellas, pero que están instalados de forma inesperada en áreas selváticas preservadas, o pasar unos días en un casco de estancia con mucho de insospechable castillo rural y río propio.Lo que atrae a muchos de esos jerarquizados viajeros a la Mesopotamia es la fascinación que provoca el fly casting, la pesca con mosca del luchador y acrobático dorado, «el tigre de los ríos», el que es considerado como el «Pez Nacional de la Argentina», una especie exclusiva de nuestro país. Ese pez, acaso junto al feroz manguruyú, han puesto crecientemente de moda a Corrientes y a Entre Ríos como destinos de pesca de carácter internacional. Los han sumado a las grandes metas tradicionales de nuestro país: los ríos, lagos y mar de la Patagonia. Y a los lugares que diversas provincias han ido promocionando por sus cualidades pesqueras específicas.
Si bien la pesca mueve en la Argentina a más de dos millones de personas anualmente, teniendo como un centro importante de atracción la costa, las lagunas y ríos de la provincia de Buenos Aires, se observa cada vez de forma más evidente el irrefrenable incremento de pescadores del mundo que llegan a nuestro país en busca de la captura -en la mayoría de los casos momentánea- de truchas, dorados, tarariras, surubíes, tiburones entre otras especies.
El crecimiento de extranjeros que vienen esencialmente a pescar provocó la aparición de refinados lodges, en casos ligados a cascos de estancias, a elegantes hoteles boutique, a selectivos clubes de golf, a estancias que llegan a tener sus propios ríos y lagunas. Esto último es algo que ha llevado a duras críticas de parte de algunas asociaciones nacionales de pescadores que cuestionan lo que consideran apropiación indebida de tramos de ríos por «estancias que están cobrando al turista para pescar 5.000 dólares por semana».
Gran salto de viajeros
Algunos historiadores recientes del turismo sostienen que «la movida pesquera internacional hacia la Argentina comenzó en Neuquén, en la zona de Bariloche y Villa La Angostura, en los años 30» a partir de un elogioso boca en boca entre adictos a la pesca de las clases más altas europeas y estadounidenses de la calidad de «las truchas arco iris que se pueden capturar en el bello Camino de los Siete Lagos», como sugirió por ese tiempo el cronista viajero neoyorquino Walter G. Mills. A su vez el especialista criollo Omar Conteras considera que «la pesca deportiva fue muy importante, sino fundamental, para Bariloche como destino turístico».
A partir de esos sucesos iniciales los investigadores sostienen que se comenzó a descubrir las posibilidades que ofrece cada una de las regiones turísticas de «un país con más de 3.500 kilómetros de costas sobre el océano Atlántico, caudalosos ríos (Paraná, Uruguay, Salado, Pilcomayo, Bermejo, Colorado, Negro, entre otros), el amplio estuario del Río de la Plata, los embalses, y los incontables lagos, lagunas, ríos, arroyos de montaña y de llanura». Todo eso estaba, pero los extranjeros que venían eran un puñado de privilegiados, varios de ellos conocidos magnates. Ted Turner, por caso, venía con amigos en su jet en viaje directo a la estancia que había comprado en la Patagonia. Si bien hubo empresarios pioneros que comenzaron a instalar en la Patagonia, a comienzos de los 90, coquetos lodges y posadas con servicios complementarios para adictos a la pesca, para que ese sector de turismo no tradicional se desplegara, dando un significativo impulso a las economías regionales, hubo que esperar al gran salto del boom turístico que se inició a fines de 2003, primero con los turistas exploradores de los países cercanos que venían por el negocio de hacer compras debido a los beneficios del cambio para luego ampliarse a los turistas por placer.Hay zonas que se establecieron como preponderantes», sostiene Carlos, especialista en las prácticas deportivas de caza y pesca, «Patagonia, de noviembre a mayo, que se divide en dos grandes regiones, la continental o andino-patagónica y el litoral o costera; Noreste, con zonas de atracción en Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe de enero a noviembre; el amplísimo litoral Atlántico, todo el año; a éstas se suman localidades del Noroeste (Salta, Chaco, Formosa, Santiago del Estero) y Centro (Córdoba).«Hará unos dos años se estableció que en la Patagonia, en la región de los lagos, entre los turistas extranjeros predominaban los estadounidenses, que en la temporada de pesca habían superado los 25.000, y hemos crecido un 14 por ciento por lo menos», comenta Rodolfo Vanni, operador turístico en Bariloche; «por lo general esa gente llegaba con un paquete contratado por 5 noches con lodge, traslados, guía de pesca, etcétera, con promedio de gasto de unos 2.200 dólares. Hasta hace un tiempo la ventaja cambiaria era clave, porque la Argentina era tenida como un destino caro, hoy ya no es tan económico, pero vienen y más por lo que se les ofrece. Hasta hace poco se daba como cierto que el pescador norteamericano prefería la Patagonia y el brasileño el litoral, hoy se los ve por los lugares más diversos, por todas las provincias, y también de otros orígenes, a franceses, alemanes, ingleses y hasta orientales del Lejano Oriente.
Fuente Ambito.com
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Photo archivo Pezcalandia