Difundimos
en Pezcalandia que en esta época, de manera natural, las lluvias se detienen y
baja el nivel de agua de los ríos del Meta, Guainía, Guaviare y Vichada. Y a
menos agua, hay más peces por metro cúbico. Este fenómeno natural es el más
esperado por pescadores colombianos y de todo el mundo para viajar a estos
departamentos a capturar algunas de las especies más agresivas, grandes y
vistosas de la fauna colombiana: el tucunare, la payara y bagres enormes como
el valentón y el amarillo.
Cristian
Vanegas y Daniel Mejía son dos guías de pesca en Medellín que llevan grupos de
pescadores a diferentes lugares de los Llanos Orientales. Para la pesca del
tucunare, Daniel Mejía recomienda cañas de 5.6 o 6 pies de longitud, que son un
poco pequeñas, pero permiten maniobrar con facilidad señuelos de superficie
como torpedos, paseantes y poppers, así como carretes de casting y con
velocidades superiores a 7.0, para poder sacarlos del agua a la mayor velocidad
posible. En el caso de la pesca de payaras, Mejía recomienda cañas de acción
heavy o extra heavy y más largas, de 6,6 y 7 pies, para hacer más palanca a los
señuelos y poder enganchar a estos peces, que tienen una boca llena de
cartílagos, dientes y huesos que es difícil de enganchar con los anzuelos.
Cristian Vanegas recomienda
para las payaras los señuelos Rapala Magnum, de pala metálica y plástica, de
números 14 a 20 y colores vistosos como el naranja, el verde ácido, el fucsia,
tonos rojos y amarillos, para que los peces vean el señuelo con más facilidad
en el agua.
Para los bagres, Cristian
Vanegas recomienda cañas de máximo 6 pies, de acción extra heavy, porque
permiten soportar faenas con animales de hasta 100 libras de peso. Estos peces
suelen pescarse con carnada viva, lombrices o peces pequeños, que se insertan
en un anzuelo. Vanegas recomienda que estos anzuelos sean redondos, referencia
que permite que el pez sólo se chuce en la boca y resbale por sus entrañas en
caso de que se lo trague por completo.
La pesca suele ser vista
como una afición, pero los pescadores deportivos intentan a toda costa
minimizar los daños. Su objetivo no es vender sus capturas ni comérselas por
completo, sino devolverlas a los ríos para poder pescarlas de nuevo en el
futuro.
Fuente
El Colombiano