En Pezcalandia difundimos éste interesante relato.
Cuando mi compa Juanjo se dispuso a escalar el Everest, me
contó, hizo un primer intento hasta media altura donde permaneció varios días
para aclimatarse. Después, bajo a un valle en China, se hartó a comer gorrino y
descansó; fue entonces cuando atacó la cima y consiguió hacer cumbre. Al día
siguiente, pletóricos de fuerzas, el equipo castellano-manchego rescató a un canadiense,
un tal Vince, agotado y que apenas había llegado a los siete mil metros —te
recuerdo que la montaña tiene 8 848.
La conclusión es obvia, no se puede emprender una tarea compleja
a tontas y a locas, hay que acometerla pletórico de energía. En nuestra era,
tiempo de sueños, se cree que basta con imaginar un objetivo para conseguirlo;
se ignora que es preciso estar prevenido, llevar el zurrón lleno de magras o
los bolsillos llenos de cuartos para comprarlas.
Ideas,
determinación y energía son las tres patas del sillón de quien aspire a
detentar el poder. Cualquier asalto al palacio de invierno se fundamenta en un
ideario; o sea, un conjunto de valores y estrategias. La determinación se da
por descontada en quienes afrontan la tarea. Sí, ¿pero en qué consiste la
energía?
En
montañismo, los torreznos; en política, la militancia. ¿En todos los casos? No,
claro, estoy hablando de partidos democráticos en donde se practica la
igualdad: «Nos, que somos tanto como vos, y que juntos valemos más que vos».
Pero de eso no hay, pensarás. En efecto, ese es el reto de los tiempos
venideros. En ese contexto, es lógico que el golpe dado por los barones del
PSOE tenga tan mal pronóstico: no han contado con la gente en la creencia de
que ellos son la gente. Y esos errores tan garrafales se pagan. Ciertamente que
los impulsores del desatino, escondidos, no van a salir perjudicados, pero sí
aquellos que, interpuestos, han actuado de peones a cambio de una puerta
giratoria o un puesto de trabajo interino para dos o tres años. No tengo claro
que entonces ningún grupo de alpinistas vaya a salvarlos del mal de altura.
Fuente
El día digital