Difundimos en Pezcalandia
que hace unos días Carlos Soria presentaba un libro que, en realidad, es un
recorrido por sus más de 60 años de alpinismo, escrito por el prestigioso
periodista Darío Rodriguez. En épocas recientes Carlos ha trascendido el
cerrado mundo de la montaña para hacerse popular en toda España.
Hoy se le conoce, sobre todo, porque a sus 77 años ya ha escalado 12 de
las catorce montañas que superan los ocho mil metros de altitud. Y está
convencido de que el próximo año escalara los dos que le faltan, el Shisha
Pangma y el Dhaulagiri. Pero detrás de Carlos hay mucha más vida, muy bien
invertida, desde el trabajo duro que tuvo que hacer desde que fuera un niño,
aprendiendo lo que supone esforzarse día a día en aquella España de la
posguerra, haciendo alpinismo desde los 14 años, recorriendo todas las montañas
españolas y buena parte de las de Europa. Y una larga profesión de tapicero
hasta que se jubiló y pudo dedicarse en cuerpo y alma a lo que más le apasiona:
escalar montañas por todo el mundo.
Carlos es un ejemplo del montañismo español de los años sesenta y
setenta, cuando nuestros alpinistas apenas eran conocidos fuera de nuestras
fronteras. En términos comparativos puede pensarse que aquel alpinismo,
comparado con el que se estaba realizando por alpinistas internacionales en las
grandes montañas del Himalaya, apenas era relevante. Pero para los españoles
fue muy importante porque fueron personas como Carlos las que mantuvieron viva
la llama del montañismo y sentaron las bases de un alpinismo esplendoroso que
alcanzó sus mayores logros en los años 80 y 90. Carlos formó parte de la
generación de los que empezaban, apenas sin medios ni recursos, y ha terminado
formando parte del grupo de los grandes himalayistas españoles. Sin duda es
importante que once ochomiles los haya escalado pasados los 60, siendo un caso
único de extraordinaria longevidad, y que ejemplifique como pocos los valores
deportivos. Pero mucho más importante de lo logrado es su ejemplo en estos
últimos años. Está enseñando a todo el mundo que se pueden seguir cumpliendo
años y además peleando con tenacidad los sueños. Se envejece no sólo por los
años que nos pasan por encima sino, mucho más, cuando se nos acaban las ganas
de perseguir los sueños. Es evidente que Carlos es una persona excepcionalmente
fuerte que está desafiando, además, sus límites y al calendario. Pienso, desde
la experiencia y el conocimiento de muchas expediciones sacrificadas, cuanta
constancia, sacrificio y valentía son necesarios para llevar adelante un
proyecto como el suyo, luchando muchos años contra todos los elementos, sin
apenas apoyos y cuando, a su edad, la mayoría de personas sólo aspiran a
envejecer tranquilamente y cuidar de sus nietos.
Porqué Carlos representa los valores esenciales que han movido a la
humanidad: la lucha hasta el final, manteniéndose en pie hasta el final,
incluso cuando todo va mal. Como me dijo Waler Bonatti, uno de los más grandes
alpinistas clásicos y una referencia indiscutible en la historia del alpinismo,
"la montaña es una metáfora de la vida, tienes que aprender a esforzarte
por conseguir lo que quieres, a no desfallecer ni caerte. Y si te caes hay que
levantarse y seguir subiendo" En buena medida así ha sido la vida de este
experto montañero que quiere seguir cumpliando años, montañas y sueños.
Veteranos así nos han procurado hacer mucho mejor el país en el que vivimos.
Esas son las personas imprescindibles. Suerte, salud y amistad a todos los
amigos y lectores de MARCA en estas fiestas navideñas.
Fuente La Marca