Desde Pezcalandia difundimos éste gran relato. De visita por Rosario y
con la excusa de brindar una charla de pesca en el Club Mitre junto a mi amigo
Pablo González, nos pusimos en contacto con Luciano Davicino, propietario de
Popina Excursiones, para que nos llevara a recorrer distintos pesqueros que aún
no son tan tradicionales para nuestra pesca. La idea era lograr dorados y
tarariras solamente con señuelos. Sabíamos que el río Paraná iba a estar muy
pero muy bajo, situación que dificultaría muchísimo la navegación y el poder
llegar hasta algunos pesqueros tradicionales. Nuestro guía tenía la
complicación de bajar la embarcación en su guardería, por lo cual debía llevar
la lancha con su auto hasta otra para descenderla allí.
Todo era parte de la experiencia, la buena voluntad y las ganas que
teníamos de pescar un rato. La noche anterior, en la charla de sobremesa junto
a la comisión del club y nuestro amigo Alberto Loco Lavezzi, creador de los
señuelos Voraz, fuimos tirando distintas alternativas y lugares de pesca para
saber qué equipos armar y separar así algunos de los señuelos que podrían ser
los más eficaces.
Selección de equipos
Para las taruchas armamos equipos con cañas de 6/10 lb (1 lb = 453,59 g)
y 8/14 lb, con reeles chicos y medianos cargados con hilo multifilamento de
0,20 mm. Y para los dorados, cañas con potencia máxima de 17 lb y reeles
medianos con multifilamento de 0,40 mm. La elección de los señuelos siempre
es muy difícil, por eso recomendamos llevarlos todos y –sobre la marcha– elegir
los que mejor funcionan. También nos sirve llevar para probar, uno nunca sabe,
y eso es lo lindo de la pesca cuando no hay dos días iguales.
Tras una charla llena de escamas nos fuimos a descansar, sabiendo de
antemano que recorreríamos la zona de Puerto San Martín, San Lorenzo,
Timbúes y algún rinconcito más que el guía nos tenía guardado. Tempranito a
la mañana despertamos, y después de un rico desayuno fuimos hasta la guardería
para esperar a Luciano que llegaría antes de las siete. Cargamos todos los
bártulos en su trucker y ya sabíamos que sería un gran día: el sol asomaba en
el horizonte y el río estaba apenas rizadito.
Señuelos para no fallar
Esquivando algunos bancos de arena que mostraba el ancho río Paraná nos
metimos en el arroyo Careaga, que cruza toda la isla y nos deja en los
diferentes pesqueros anteriormente mencionados. Mientras navegábamos a marcha
moderada fuimos armando los equipos para ver cómo tentaríamos a los dorados,
que sería nuestra primera opción del día. El Negro Luciano optó por una
bananita Raptor, Pablo por un Tech Minnow y yo por la vedette de la temporada:
el Gozio Bendy. Todos salimos a la cancha bien armaditos, con señuelos clásicos
para asegurar la pesca.
Al estar tan bajo el cauce principal, las correderas apenas se marcan y
no tienen la fuerza que suelen poseer habitualmente. Comenzamos con la
pesca en el departamento de Timbúes, un lugar muy pintoresco que merece ser
tenido en cuenta. Aminoramos la marcha unos 500 m antes de las primeras
estructuras, barrancas a pique con algunos árboles semisumergidos que ayudaban
a la correntada y, haciendo los lanzamientos detrás del objetivo, comenzamos
con la pesca. Los primeros tiros no nos dieron ningún resultado, hasta
que comenzaron los esporádicos piques de alguna palometa y de doradillos muy
chicos.
Primeros piques
Levantamos el motor eléctrico y navegamos algunos minutos hasta ver una
gran laguna en el horizonte, pero que carecía de nivel de agua para poder
traspasarla, lo cual era nuestra idea, pero no la del guía, que por algo se
dedica a eso y está todo el día en la zona. Fue él mismo quien nos informó que
en el tramo antes de llegar a esa gran porción de agua íbamos a tener piques, y
no se equivocó. El agua venía tranquila hasta que chocaba en un árbol
muy grande sobre la costa y se volvía a acelerar en un corte de tierra: allí
estaban los dorados.
Primero fue Pablo con un lindo doradito, después me tocó a mi con otro
de los medianos, y Luciano no se quedó atrás con una palometa muy peleadora.
Era tiro a tiro, dorados chicos a medianos pero que daban una gran satisfacción
al pescarlos. Muy contentos con el pesquero empezamos a bajar el río hasta la
zona de San Lorenzo, donde también obtuvimos muchos dorados y, entremezclados,
varios dientudos paraguayos o reales, que también nos entretuvieron y mostraron
toda su belleza.
Segundo plato del menú
Aún nos quedaba pescar taruchas y sabíamos que había muy grandes en distintos
bañados de la zona. Pero todavía teníamos que pasar por un lugarcito que,
confiábamos, nos daría un par de lindos dorados. Y así fue, casi como de
manual. Una boca con tres salidas de arroyos y un árbol en su parte
central: aún no habíamos apagado el motor que ya estaban dos de los señuelos en
el agua y del otro lado los dorados cazando. Una fiesta de lindos tigres
del río, donde el mejor llegó a los casi cinco kilos de peso.
Guardamos los equipos más pesaditos y llegamos a una lengua de agua muy
tranquila donde, la verdad, si nos caíamos nos comían las tarariras: había
cantidad y de ¡qué calidad! Nuevamente elegimos distintos señuelos, algunos
blandos también. Todos pescaban pero, sin duda, los cranks y los de
subsuperficie se llevaban todos los aplausos. La secuencia era tirar hacia la
orilla de enfrente casi en seco y entrar con el señuelo muy despacito al agua.
Dos vueltas de manija y era pique seguro, después había que clavarlas, obvio.
Otra opción era arrojar nuestro señuelo paralelo a la costa y hacerlo
trabajar a unos 40 cm de la orilla, lo que también daba muy buen resultado.
Sacamos tarariras entre los dos y tres kilos, algo que no es muy habitual, pero
en este caso pudimos certificarlo con fotografías.
Mientras hacíamos esta pesca, escuchábamos algunos chapuzones en la
arteria principal de la isla, y hacia allí fuimos. No había que hacer mucho,
solo unos 50 m a pie, pero logramos dobletes increíbles: pescábamos de un lado
tarariras y del otro algunos doradillos. La verdad, un show y con la
posibilidad de probar diferentes señuelos para elevar varios de ellos a nuestra
lista de predilectos. Sin dudarlo, recomendamos este corredor santafecino para
disfrutar una pesca familiar y con muchos recursos. El Paraná, aún bajo, no
deja nunca de sorprender.
Staff Pezcalandia
Prensa & difusión
Fuente Weekend