Nos llega a la redacción de Pezcalandia que comenzó la producción de aceite de ballena en la Compañía Argentina de Pesca (CAP), en Puerto Grytviken, en la isla San Pedro de las Georgias del Sud.
“El noruego Carl Anton Larsen fue el alma mater y director de la Compañía (…) él organizó la construcción (…) un trabajo notable hecho por 60 noruegos”, que comenzó el “16 de noviembre hasta la finalización de las obras de la fábrica (…) Tiempo después arribaron a la isla argentinos e inmigrantes suecos (…) Las primeras edificaciones y viviendas construidas eran casas desmontables de madera también construidas en Noruega” (Adrián G. de Antueno Berisso. Del arpón al palangre).
La abundancia de cetáceos auguraba una buena cacería. “La estación tuvo un éxito fenomenal, capturando 195 ballenas solo en la primera temporada (…) Los balleneros usaban todas las partes de los animales: con la grasa y las vísceras” se extraía “el aceite, y los huesos y la carne” se convertían “en fertilizantes y forraje. Los elefantes marinos también fueron cazados por su grasa. Los productos mencionados anteriormente, y que llegaban a Buenos Aires, eran considerados por la Aduana Argentina como ‘producto nacional’”.
Larsen había visitado las islas en 1893, al mando de dos barcos balleneros, y en 1902, a bordo del ‘Antartic’. En esas ocasiones, “había advertido que Grytviken era un lugar ‘ideal’, ya que estaban todas las cualidades necesarias para una operación ballenera: una gran abundancia de ballenas en sus cercanías, un puerto seguro, un sitio justo sobre el nivel del mar apropiado para construcciones terrestres, y una abundante provisión de agua dulce” (op.cit.).
Luego del hundimiento antártico del ‘Antartic’ –cuyos náufragos fueron rescatados por la corbeta ‘ARA Uruguay’-, Larsen “permaneció en Buenos Aires iniciando una campaña publicitaria para atraer capitales argentinos con el objeto de crear una compañía de pesca, la que se constituyó con un capital de 200.000 pesos fuertes”. (Wikipedia).
La compañía fue fundada por Larsen y contó con el aporte de capital del cónsul noruego en Buenos Aires Pedro Christophersen, el norteamericano H.H. Schlieper y el banquero argentino Ernesto Tornquist.
En enero de 1905 el Ministerio de Agricultura de la República Argentina autorizó a la Compañía Argentina de Pesca a establecer una estación meteorológica y magnética en Grytviken, que los británicos desalojaron en 1950.
Fuente El Diario del Fin del Mundo
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