jueves, 26 de mayo de 2022

Pezcalandia-Amenaza para los ríos argentinos

Pezcalandia les cuenta a nuestra comunidad que los procesos de globalización de los últimos años aumentan el movimiento de especies y con ello la expansión de peces no nativos,

lo que redunda en fenómenos de “invasión” con dos rasgos distintivos: por un lado, las especies introducidas generan la pérdida de biodiversidad global y, por otro, las medidas de bioseguridad -nacionales e internacionales- resultan insuficientes para regular el transporte de especies no autóctonas y la prevención de su liberación.

Dichos procesos de invasión son complejos y dependen de las características, tanto de las especies no nativas -invasividad-, como de las características intrínsecas del entorno invadido -invasibilidad-. De acuerdo con Luis Espínola, integrante del Laboratorio de Hidroecología del INALI, “cuando ambas características se correlacionan positivamente, la posibilidad de que una especie no nativa se establezca, aumenta considerablemente y con ello se incrementa el riesgo cierto de que su propague en toda la región”.

El trabajo aborda las introducciones intencionales y otras actividades humanas que, al superar ciertas barreras biogeográficas, crean conexiones artificiales entre cuencas separadas, llegando incluso a eliminar barreras naturales como las cascadas. Las drásticas modificaciones del hábitat se ven potenciadas por grandes obras -como las represas-, que modifican las estructuras sumergidas de los ríos navegables, incorporando incluso la construcción de pasajes de peces.

Espínola explica que “a pesar del conocimiento científico existente sobre los daños ecológicos que causa la introducción de peces no nativos en ambientes de agua dulce, se trata de una práctica que sigue vigente  a nivel mundial,  aún a sabiendas de que los peces invasores afectan la economía -pérdida de servicios ecosistémicos-, y producen impactos ecológicos severos tales como la estructuración de comunidades nativas, modificaciones en condiciones de hábitat natural y homogeneización biótica”.

 

Pezcalandia te cuenta el estudio que es clave para avanzar

La complejidad de la problemática da mayor relevancia a este estudio que permite actualizar los conocimientos sobre las distribuciones de las especies no nativas en amplias escalas espaciales, permitiendo así entender los procesos de invasión y diseñar herramientas para la prevención o mitigación del impacto causado por las nuevas introducciones.

Argentina, con sus 2.780.400 km2 es el octavo país del mundo, en superficie, y el segundo más grande de América del Sur, presentando rangos latitudinales y altitudinales muy amplios, en los que alberga diez ecorregiones biogeográficas de agua dulce –según Freshwater Ecoregions of the World-, cada una de las cuales tiene una diversidad de ambientes acuáticos de magnitud, conteniendo en total 570 especies de peces. En este “escenario” tan vasto que presenta la Argentina, el impacto es muy importante dado que, de las 10 ecorregiones, ya en ocho se han registrado 40 especies no nativas de las cuales 5 son potencialmente invasoras, 18 invasoras, 11 introducidas y 6 se pueden caracterizar como con riesgo de

El estudio, respecto al origen geográfico de las especies, revela que un 45% procede de América del Norte, otro 42,55% de Asia, 15% de Europa, 15%  de Brasil y Uruguay, un 10 % de África y el  7,5 %  restante de América Central. Además, en cuanto a los vectores que ocasionaron las introducciones, detalla que 27 especies lo fueron por acuicultura, 16 por pesca deportiva, 9 originadas por actividades de  acuario y comercio, 6 relativas a control biológico y las 2 restantes para ser modelos biológicos en experimentos.

Luis Espínola también se refiere a otro aspecto importante: “El amplio rango latitudinal de la Argentina –en pleno cambio climático-, genera un contexto vulnerable ya que la invasión de especies en diferentes climas, como lo demuestran las diferencias entre el norte y el sur del país, presentan un doble riesgo. El sur, más frío, registra aumentos en la temperatura del agua que pueden reducir la distribución de los salmónidos, particularmente en la Patagonia Norte, generando así posibles desplazamientos y desajustes en otras ecorregiones con temperaturas del agua cercanas a sus límite de tolerancia. Asimismo, el incremento de la temperatura, también opera en la Cuenca del Plata, donde el desplazamiento de las barreras térmicas hacia el sur puede crear condiciones para el establecimiento de peces no nativos, como ciertas especies neotropicales”.

Concluye Espínola, las introducciones de especies no nativas acarrean diversas consecuencias que con el tiempo, llegan a impactar en las economías de subsistencia de las poblaciones ribereñas. “En ecosistemas con pocas especies, la introducción de una nueva puede alterar la cadena trófica, siendo las piscívoras las que pueden ocasionar daños más irreversibles. De hecho, la introducción de especies, es la segunda causa de extinción, lo cual tiene consecuencias ecológicas, particularmente cuando la especie invasora avanza hasta hacer desaparecer una especie local con importancia económica. Muchos introducen especies pensando un rédito económico, sin pensar en el daño ecológico que hacen”.

 

Prensa & Difusión

Staff Pezcalandia

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Fuente Santa Fe Conicet