Se trata de una roca de 30 metros de altitud rodeada de hielo en el interior de Groenlandia descubierta por los miembros de la expedición SOSArtic
Los miembros de la expedición SOS Artic 2022 partieron en el
mes de abril para comprobar, a través de los microorganismos, las consecuencias
del cambio climático y sus efectos. Para llevar a cabo esta investigación, los
promotores de la misma diseñaron una expedición sostenible en la que
aprovecharon el Trineo del Viento desarrollado y construido por el explorador
Ramón Larramendi, que ideó este sistema de transporte después de haber estudiado
a los inuit.
Además de otras conclusiones de corte científico, a su
regreso a España, los exploradores han anunciado que han descubierto una
montaña, hasta hora no conocida, nunca vista, en el interior del hielo de
Groenlandia. Más concretamente, se trata de una montaña de roca conocida como
nunatak en el idioma de los inuit. Es una roca de unos 30 metros de altitud,
rodeada de una capa de hielo y que está a 2.205 metros sobre el nivel del mal.
Los exploradores aseguran que esta montaña no aparece en
ningún mapa disponible del interior de la isla ártica. Ha sido localizado a 25
kilómetros del límite de tierra de la isla, en medio de la inmensa llanura
interior. Algo que, de nuevo, viene a demostrar los efectos del cambio
climático.
Conocedor de Groenlandia, Ramón Larramendi asegura que para
todos los exploradores fue una sorpresa toparse con esta nunatak. «Esperábamos
una planicie y allí estaba ese pico rocoso. El cambio climático avanza a pasos
agigantados en el Ártico» , asegura. Sin embargo, el explorador asegura que
este hallazgo les hace sentirse «especialmente satisfechos» pese a que «esto
significa que los hielos del Ártico se nos están derritiendo mucho más deprisa
de lo que podía imaginar hace unos años y las consecuencias son graves para
todo el planeta porque significa que sube el nivel de los océanos».
Tras dos años en los que, por la pandemia, su invento del
Trineo del Viento ha estado paralizado, este explorador también asegura que se
ha vuelto a demostrar que es una gran alternativa, eficiente, sostenible y
económica, para moverse por el interior de los territorios polares.
Esta expedición comenzó a navegar sobre la superficie helada
de Groenlandia el pasado 17 de mayo y finalizó en el hielo el sábado 11 de
junio, recorriendo un total de 1.016 kilómetros. Los integrantes estuvieron, de
las cinco semanas de expedición, 16 días en movimiento en este sistema, que
llega a alcanzar una velocidad de 40 kilómetros por hora en algunos tramos, con
jornadas en las que recorrieron hasta 200 kilómetros.
Para esta expedición, el Trineo de Viento estaba compuesto
de cuatro módulos (locomotora, dos módulos carga que y uno de habitabilidad),
que suman 14 metros de largo por 3,5 metros de largo. Moviéndose únicamente con
el viento que sopla en Groenlandia, este sistema de transporte es capaz de
mover unos 2.000 kilos, entre personas y material.
Aunque es un sistema especialmente pensado para moverse en
zonas árticas, la expedición reconoce que, debido a las tormentas con rachas de
viento de más de 100 kilómetros por hora que vivieron, el trineo estuvo a punto
de quedar sepultado. De hecho, estas inclemencias meteorológicas retrasaron la
salida de la expedición. Una vez en marcha, los expedicionarios han avanzado
durante gran parte de las jornadas haciendo turnos de pilotaje por la noche
para aprovechar mejor el viento, que no siempre ha sido a favor.
Durante la expedición se han recogido muestras del interior
del hielo para el Centro de Astrobiología del Instituto Nacional de Técnica
Aeronáutica (INTA-CSIC), donde se desarrolla un instrumento de investigación
espacial, el SOLID, destinado a detectar vida en otros planetas del Sistema
Solar, como Marte o las lunas heladas de Júpiter y Saturno. Con tal fin, se han
realizado perforaciones en el hielo de varios metros de profundidad para
extraer muestras con partículas que traerán congeladas a los laboratorios del
CAB.
Asimismo, se han recogido muestras del aire para el proyecto
del grupo MicroAirPolar de la Universidad Autónoma de Madrid, cuyo objetivo es
desarrollar un mapa de las poblaciones microbianas en los polos, para conocer
cómo se distribuyen, qué resiliencia tienen al cambio climático y cómo eso
puede afectar al resto de comunidades con las que interaccionan. Para ello se
ha diseñado un colector de muestras de aire activo a lo largo del recorrido.
Estas investigaciones están lideradas por Lucía Hortal. En
la expedición también han participado Begoña Hernández (ambientalista), Carlos
Pitarch (alpinista y responsable del material gráfico y audiovisual del
proyecto), Marcus Tobía (alpinista) y Juan Manuel Sotillos (montañero y
periodista.
Prensa & Difusión
Staff Pezcalandia
Fuente: La voz de Galicia