Pocos lugares pueden brindar un contacto directo con la
naturaleza como este sitio, donde es normal el avistaje de animales autóctonos
como monos, yacarés, carpinchos, lobitos de río y muchas aves.
El Staff de Pezcalandia, bien temprano abordo la lancha en
busca de los primeros lugares de pesca, la ventaja es que con tan solo 10
minutos de navegación ya estábamos con posibilidad de pique.
Si bien el Paraná aún está bajo en su caudal, en los últimos
días había tenido un buen repunte, ya que estaban bajando aguas claras de la
cuenca del rio Iguazú, lo que favoreció la pesca con artificiales
Comenzamos las acciones a trolling con señuelos de
profundidad. Utilizamos una banana cardinal de colores blanco y rojo a la que
le teníamos mucha fe, ya que mostraba dentelladas de anteriores pescas, señal
de que ya había tenido peleas con las fauces de los dorados.
Entonces arrancamos trolleando aguas arriba, buscando
profundizar bien los engaños: la correntada pegaba sobre la paleta del señuelo
haciéndolo descender más y produciendo una mayor vibración, que se traduce en
los movimientos de la puntera de la caña.
Otro elemento, fundamental, para que el señuelo se hunda más
es el uso de multifilamento de muy buena calidad, en nuestro caso empleamos de
0,20 milímetros.
Casi al final de la cancha de pesca, una de las cañas tuvo
una bajada tremenda y la chicharra del reel sonó fuertemente. El pescador
afirmó una linda clavada y el pez lo sintió, saliendo despavorido en sentido
opuesto, fue tan fuerte la corrida que nos dimos cuenta que se trataba de un
peso pesado del Paraná.
Tardó casi 15 minutos en arrimarlo a la embarcación, puesto
que estos “monstruos” no se cansan fácilmente. Con ayuda del guía lo subimos a
bordo con gran algarabía para sacarle una foto y devolverlo.
Retornamos a las acciones sobre el inicio de la misma
corredera y esta vez el pique fue muy similar, casi en el mismo lugar donde el
Paraná incrementa su fuerza y se produce un torbellino en superficie.
Otro pique violento y otra gran cabeza dorada se mostró en
superficie. Reiteración de una hermosa pelea con el mismo final, solo que esta
vez el señuelo quedó inutilizado por la fuerza de este majestuoso ejemplar.
Sin lugar a dudas, un increíble comienzo con dos grandes tigres
del río, pero luego el pique se cortó por lo que cambiamos de modalidad a
baitcasting contra la costa, una alternativa más liviana y muy deportiva.
Vinieron más premios pero de menor tamaño.
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El cierre de esta particular jornada de pesca fue por la noche
con una rica cena con empanadas caseras y un asado, una vista preciosa de la
naturaleza y las consabidas anécdotas.
Pezcalandia
Prensa & Difusión
Fuente: Weekend - Gabriel López Rivera