“Con mi trabajo en La Picasa me hice mi casa, pude hacer estudiar a mi hija, la hice recibir: ¿cómo no la voy a defender? Me metieron muchas veces en cana a mí porque de acá se llevaban camiones repletos de pescados y nosotros íbamos a protestarle al intendente para que hiciera algo. Tengo muchas pintadas de dedos, pero no me arrepiento porque esas manifestaciones fueron para que se cuidara el recurso de la laguna. Porque si faltara la laguna, no sé qué haría la gente de Diego de Alvear”.
Juan Ramón Lucero es pescador. Vive en Diego de Alvear y
cuenta orgulloso a la redacción de PEZCALANDIA su historial de paladín del
pejerrey, recurso ictícola estrella de La Picasa, un espejo de agua que en los
últimos años fue noticia por la inundación que provocó sobre la ruta 7 y que,
según manifestó, les da de comer de manera directa e indirecta a 550 personas
de Diego de Alvear, 200 en Aarón Castellanos y otras 250 en San Gregorio con la
pesca comercial.
El gran problema para Lucero y sus compañeros pescadores es
la pesca deportiva, a la que no se oponen per se: lo que les duele y preocupa
es el descontrol que ellos afirman reina en el lugar, con más embarcaciones de
las permitidas que pasan por alto todas las convenciones, pescan más de lo
debido, usan elementos prohibidos como la ceba, no devuelven, se meten los
siete días de la semana y les llevan los mejores ejemplares, generándoles un
fuerte impacto económico a las familias que viven de la recolección y venta de
estos peces.
Esta situación, que tiene años de antecedentes, ha generado
manifestaciones y encontronazos entre los trabajadores de la pesca y las
autoridades comunales de los pueblos mencionados y se conoce en la zona como
“La Guerra del Pejerrey”, dio esta semana un avance hacia la pacificación:
todas las partes involucradas se reunieron con funcionarios provinciales y
consensuaron generar una normativa que permita la pesca deportiva sin abusos y
preservando el recurso, que se pondría en vigencia a partir de junio. Parece
que en La Picasa se agitan banderas blancas.
Desde junio, la pesca deportiva será controlada por los
pescadores comerciales.
Un problema que “nadie quería tratar”
Además de pescador, Juan Ramón Lucero es el tesorero de la
agrupación Pescadores de la Picasa. Y en una entrevista en Punto Medio (Radio
2) dijo que prefiere “no hablar de guerra, sino de un problema que ninguna
autoridad política quería tratar. Esta semana por suerte se trató, nos
escucharon a los pescadores comerciales y creo que se pudo llegar a un
acuerdo”.
Según el Colo, como lo conocen en el lugar, “cuando se
inicia la temporada de pesca deportiva, todos los años la laguna se llena de
vivos que se meten, plantan bandera, hacen y deshacen a su gusto y sin respetar
los controles”.
Desde hace sólo un par de años, y gracias al grito en el
cielo puesto por su agrupación y una decisión de la comuna de Diego de Alvear,
la pesca deportiva sólo está permitida los fines de semana y feriados con un
máximo de extracción de 35 piezas por embarcación. Pero la regla no fue
cumplida por falta de controles.
“Acá se mete cualquiera, gente de plata que saca hasta 500
ejemplares por embarcación, se las llevan y no las devuelven, tirando ceba a
dos manos (algo que está prohibido porque está fabricado con aceite de
petróleo) y todos los días de semana. Por eso tuvimos que ser nosotros, los
pescadores comerciales, los que empezaran a controlarlo. Y los enganchamos en
muchas situaciones de infracción”, comentó.
“La pesca deportiva indiscriminada te lleva todo el pescado
grande: nosotros teníamos anotada hasta la cantidad de kilos que se llevaban,
porque teníamos todo filmado. Ha pasado que hasta ha venido gente de Trenque
Lauquen, ha instalado sus camiones, han cargado pescado y han vaciado la
laguna. La gente del pueblo se cantó de hambre y ya no queremos vivir esa
situación. Por eso, es el pescador comercial el que cuida el recurso”, abundó.
División entre pueblos
“La laguna está en jurisdicción de Diego de Alvear y de
Aarón Castellanos. A 10 kilómetros está San Gregorio, que no tiene parte pero
toma decisiones como si la tuviera. Porque siempre hizo chiquero la pata
política. Por una determinación del gobierno provincial anterior les
permitieron tener parte, voz y mando. Es como si mañana yo voy al patio de tu
casa y me pongo a sembrar cebollas y zanahorias porque me lo dijo la
provincia”, se quejó Lucero, abriendo el capítulo jurisdiccional de la Guerra
del Pejerrey.
Según el pescador, sin tener costa y pese a estar a 10
kilómetros de la laguna, a San Gregorio se le permitió administrar campings y
hotelería en el negocio del turismo de la pesca deportiva, “aunque jamás
cuidaron el recurso con el modo en que ellos lo explotaban”. Por eso, a
mediados de 2022 la comuna de Diego de Alvear sacó la ordenanza con las
restricciones citadas algunas líneas más arriba. Que según Lucero fue letra
muerta.
“El negocio es tan grande, tanta la cantidad de gente que se
mueve, que hay mucha plata de por medio. Y a nosotros nunca nos habían
escuchado: a las reuniones con la provincia antes viajaban sólo los
intendentes: los pescadores comerciales nos quedábamos sin participar. Por
suerte, esta semana sí pudimos ir a la reunión y las autoridades ya están
enteradas de todo lo que ocurre acá”.
El principio de solución
Lo que ocurrió este último miércoles en Venado Tuerto podría
ser el principio del fin de la Guerra del Pejerrey, que ha enfrentado a los
habitantes de estos tres pueblos santafesinos entre ellos, con sus comunas y
con los visitantes en los últimos 20 años, desde que explotó la pesca de
pejerreyes en La Picasa.
En esa ciudad se reunieron las autoridades comunales y
policiales de Diego de Alvear, Aarón Castellanos y San Gregorio y los
pescadores comerciales con el coordinador de la delegación regional del
gobierno provincial, Roberto Vergé, y un representante de la región sur del
Ministerio de Seguridad, Nahuel Pasquinelli, donde todas las partes se
comprometieron a generar y respetar una normativa que permita la pesca
deportiva sin amenazar el recurso ictícola, que es el sustento de muchas
familias de la región.
“Nos aseguraron que se van a habilitar sólo dos campings,
uno en Diego y otro en Castellanos, con participación de gente de San Gregorio,
y que la pesca deportiva va a ser guiada por nosotros, los pescadores
comerciales, que tenemos un carné habilitante otorgado por uno de los dos
pueblos. O sea que si vos querés pescar, te vamos a llevar nosotros: pero no
traigas un bote porque te lo harán dejar en el pueblo”, comentó entusiasmado.
Con todo lo volcado en la reunión, la provincia le dará
forma a un convenio que empezaría a regir en junio y que se propondrá ordenar
la actividad pesquera en la laguna, que también tiene su temporada de pesca de
carpa, aunque esa página no genera encontronazos: “Ahí no hay problema, porque
no aparece la pesca deportiva. Lo que se pesca se vende a un frigorífico y
listo. Pero al pejerrey lo vamos a cuidar”.
Pezcalandia
Prensa & Difusión
Fuente: Rosario3