viernes, 10 de octubre de 2008

Aspectos criticos de la pesca

El cuidado de la naturaleza es una de los primeros pasos que damos en dicha actividad, porque el mismo surge desde nuestro interior cuando no arrojamos basura al río o al mar porque sabemos intuitivamente del daño que ocasionamos.
Cuando devolvemos piezas que no vamos a consumir porque queremos que crezca y alimente en el futuro nuestros relatos, etc., etc., por tanto el pescador deportivo que aprende día a día e intenta volcar sus conocimientos a futuras generaciones, podríamos decir que crea sus propias reglas, en este sentido el pescador deportivo es un autodidacta. Pero a no mal entender, que uno se considere un autodidacta no quiere decir que proponga ningún tipo de cuestión anárquica, las reglas son las reglas, y las reglas hay que cumplirlas, por ejemplo: si surge una reglamentación nueva, lo que podría ser alguna restricción, sobre la pesca deportiva obviamente hay que cumplirla. El problema surge cuando quienes realizan las reglamentaciones de pesca deportiva no solamente no son pescadores deportivos sino que además no saben sobre lo que están escribiendo, de este modo los pescadores deportivos nos encontramos con las grandes contradicciones colocándonos en la posición de “demasiados humanos”. Un ejemplo claro sobre lo que se intenta exponer es sobre la pesca del tiburón en la República Argentina. Si las conocidas especies de tiburón bacota, escalandrún y cazón se están extinguiendo, no habría que proponer a través del Ministerio de Asuntos Agrarios la pesca deportiva con devolución como de hecho lo hacen, lo que se constituye en la primera contradicción de este asunto, sino creo que lo que se debiera proponer es, si lo que se trata es de proteger, la “no pesca del tiburón”. Por otro lado, si la pesca del tiburón no se puede realizar como en otros tiempos porque de ese modo lo determinan las “nuevas reglamentaciones deportivas” argumentando que los mismos se encuentran en un listado de emergencia, como se explica que la pesca comercial del tiburón no se encuentre vedada en la República Argentina, aspecto este último que se constituye en la segunda y mayor de las contradicciones. Otro aspecto interesante en lo referente a las contradicciones es la falta de información a la hora de realizar una reglamentación: si el Instituto de desarrollo pesquero, como organismo del Estado, invierte prácticamente todo su presupuesto en investigar la merluza y el calamar en nuestro país, porque obviamente es lo que genera un rédito en la industria pesquera, como hace el Ministerio de Asuntos Agrarios para certificar científicamente que el tiburón se esta extinguiendo en nuestro país, salvo que sustenten sus tesis en la teoría del caos en donde “el aleteo de una mariposa puede producir un tifón”. Por último, para refutar dicha tesis quisiera explicar mi sentimiento y añoranza en la pesca deportiva del tiburón con un ejemplo: la “marsopa” o delfín franciscano que habita nuestras costas que son de talla media y es común avistarlos desde una embarcación en este momento se encuentra en extinción. Los pescadores sabemos que los mismos jamás se enganchan en un anzuelo, y por otro lado se sabe que no son aptas para el consumo humano. Entonces, ¿porqué están desapareciendo?, Porque no se reproducen, o bien porque quedan atrapadas en las redes comerciales. De esta manera sencilla se puede comprobar que a través de un anzuelo, el pescador deportivo no daña nada. Para los pescadores verdaderamente deportivos no es una novedad la devolución de los tiburones, lo venimos realizando desde hace muchísimos años, además sabemos de los daños que produce la mano del hombre en los ámbitos naturales, y también sabemos de los daños que producimos nosotros cuando se nos escapa una pieza con el aparejo puesto, sea un artificial o un anzuelo. En estos casos el animal se muere. Hay circulando una propaganda engañosa que sostiene que si cortamos la brazolada de acero y dejamos el anzuelo en la boca del tiburón, el organismo lo degrada y al mismo no le pasa nada. En este caso, está comprobado que el animal responde de la misma manera que el cuerpo humano. Si nosotros nos clavamos un anzuelo de cualquier tipo en un brazo nuestro organismo también lo degrada, pero si no ingerimos antibióticos morimos de una infección. El tiburón no tiene esta última posibilidad. Lo vamos a liberar, se va a ir nadando con el anzuelo en la boca, va a vivir un tiempo, y luego morirá por el anzuelo. La única manera de devolverlo sería extraer el anzuelo, operación bastante peligrosa para quien no se dedique a esto, pero tampoco se sabe si el estrés generado en su captura y liberación no le trae aparejado alguna consecuencia, y particularmente creo que sí. En fin, creo que lo peor que nos puede suceder como sociedad es la falta de información y actuar en consecuencia. Concretamente tengo mis dudas en relación a las reglamentaciones, pero como decía el filósofo alemán B. Russell, “es preferible tener una duda fundamentada a una certeza infundada” a lo que podríamos agregar nosotros, porque fundamentalmente siempre se condenó al hombre en nombre de la verdad y no de las dudas, la historia así lo demuestra, pidiendo perdón después de 500 años.
Fuente Eduardo F. Cañueto