Desde Pezcalandia, les contamos que en Argentina, El Glaciar Perito Moreno se asemeja a una colosal fortaleza, con torres dentadas que se elevan 60 metros (200 pies) por sobre un lago lleno de icebergs.
Es el glaciar más fotografiado de la Patagonia, pero cuando estoy parado frente a él me doy cuenta de que las imágenes apenas si pueden captar su grandeza: la mole de hielo que abarca todo nuestro campo visual, los estruendosos crujidos que surgen de su interior a medida que se mueve.
Mi esposa y yo vinimos con nuestros dos hijos al sur de Argentina para ver y vivir la experiencia de los glaciares y los paisajes montañosos. Como nosotros, cientos de visitantes observan el espectáculo desde una red de pasarelas elevadas.
De repente, los crujidos aumentan y se desprende una cascada de hielo. Una columna del tamaño de un edificio de 20 pisos comienza a inclinarse y se derrumba a unos 500 metros de donde estamos.
Otros pedazos siguen cayendo durante más de un minuto, tras lo cual una docena de nuevos icebergs flotan en el agua, alejándose de nosotros.
"¡Woo-hoo!", grita mi hijo de seis años. "Es como arena".
La separación del glaciar le recordó la arena que se desprendía de una duna cuando alguien caminaba por la cima de una lomita en una playa argentina unos días atrás.
El Perito Moreno es uno de los glaciares grandes más accesibles y permanece casi intacto, pormás que los demás glaciares de la Patagonia hayan estado perdiendo volumen en las últimas décadas.
En el sector que se acababa de partir, se iluminó de un azul brillante, que indicaba que al hielo estaba muy comprimido durante el descenso de la montaña.
Habíamos escuchado y leído que a veces había que esperar mucho tiempo para ver desprenderse un pedazo de hielo, por lo que nos sentimos afortunados de que eso haya sucedido a pocos minutos de nuestra llegada. Permanecimos en los observatorios un rato, disfrutando del aire fresco y observando el glaciar desde distintos ángulos.
Cuando comenzó a caer una llovizna, nos fuimos a tomar un chocolate caliente.
Al día siguiente fuimos en un catamarán a los glaciares junto al Lago Argentino.
Hay decenas de glaciares en la zona, alimentados por un campo de hielo que cubre un amplio sector de los Andes entre Chile y Argentina. Grandes cantidades de hielo derretido caen en el lago y llegan al Atlántico a través del río Santa Cruz.
En el puerto de Punta Bandera abordamos un catamarán con casi 200 personas. Soplaba un viento frío, por lo que nos quedamos en la cabina. Bien abrigados, fuimos a la cubierta un rato para ver los icebergs.
Las masas de hielo tienen un azul radiante que contrasta con el gris oscuro de las montañas detrás suyo. El sol y el agua del lago le dieron a los icebergs formas fantásticas, llenas de curvas y de estructuras puntiagudas.
Al dirigirnos al Glaciar Upsala tropezamos con icebergs más grandes. Nos paramos ante una masa de hielo flotante.
Los guías omiten decir que el Upsala se ha reducido en forma dramática en el último siglo y tampoco hablan del impacto del calentamiento global en los glaciares. Me pregunté si el cambio climático se devorará estos majestuosos cuerpos.
Posteriormente me enteré de que, según un estudio de científicos británicos y suecos que analizaron unos 350 glaciares de la Patagonia, todos, con excepción de dos, se achicaron significativamente desde fines del 1800 y que ese proceso se aceleró en las últimas tres décadas.
De todos modos, los glaciares de la Patagonia siguen siendo colosales y los científicos creen que no corren peligro de desaparecer por lo menos en los próximos dos siglos.
"Esos glaciares no van a desaparecer, eso es seguro. Podrán achicarse, pero no desaparecer", afirmó Neil Glasser, experto en glaciares británico y uno de los autores del estudio, que fue publicado en abril en la revista Nature Geoscience.
Llegamos al Glaciar Seco, que se llama así porque se ha derretido bastante, al punto de que en su base se ve la montaña.
Nos trasladamos a la proa al acercarnos al Glaciar Spegazzini. Otro barco que pasaba se veía pequeño comparado con la enorme masa de hielo.
Dos tripulantes capturaron con un lazo un pedazo de hielo y lo hicieron añicos con un pico, repartiendo pedacitos entre la gente.
Luego de recorrer dos días la parte sur del Parque Nacional Los Glaciares, cerca de El Calafate, nos fuimos en un auto alquilado al norte, al pueblo El Chaltén y el vistoso cerro Fitz Roy.
Vimos pocos autos en la carretera de dos carriles y nos cruzamos con numerosos ciclistas en un paisaje sin árboles entre los lagos Argentino y Viedma.
Luego de unos 20 minutos, apareció en el horizonte el Fitz Roy, una montaña de 3.375 metros (11.072 pies) que es uno de los destinos más atractivos del mundo para trekking y montañismo. Disfrutamos enormemente su belleza tosca.
Nos reímos al soportar un intenso viento cuando paramos para tomarnos fotos camino a El Chaltén. Nos habían advertido que soplaban unos vientos tan fuertes que podían llevarse las puertas de los autos.
Al día siguiente el clima estaba más clamado y caminamos junto a arroyos y por bosques.
Por la tarde de nuestro último día en la zona, estaba nublado y lloviznaba, pero de todos modos nos acercamos caminando al Fitz Roy, que estaba cubierto de nubes. Debajo de la montaña vimos otro glaciar, cuyas venas azules recorrían la masa blanca.
Varios meses después de nuestro paseo, seguimos impactados por los glaciares de la Patagonia.
Por IAN JAMES
Fuente http://www.elpasotimes.com
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Noticiashttp://www.pezcalandiablog.com.ar/2011/08/pezcalandia-arrecifes.html