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Un grupo de científicos japoneses han publicado un artículos en Polar Biology, en el que defienden su postura de que hace falta matar ballenas para estudiarlas. Es la excusa que viene dando Japón desde 1986 para cazar ballenas, a pesar de la prohibición. La ballena en cuestión es la minke, y los japoneses cazan 850 al año, y su justificación, es que para poder estudiar bien si tienen o no una buena alimentación hay que medir la grasa del ejemplar, y sólo puede hacerse si está muerto. En el estudio, los científicos japoneses han analizado 4704 ballenas cazadas por el Programa de Investigación Japonés de Ballenas desde 1987 a 2005. Concluyen que el grosor de la grasa coporal de las ballenas se ha reducido en un 9 por ciento en esos 18 años. Sugieren que puede deberse a el calentamiento global y la reducción de la población de krill asociada, y a competencias con otras especies de ballenas, o una combinación de los dos factores. Los autores dicen que matar a las ballenas es la única forma en que pueden medir esto. Pero otros científicos y los grupos ecologistas lo niegan. Scott Baker, del Intituto de mamíferos marinos de la Universidad de Oregon, Estados unidos. Dice que las biopsias y otros métodos no letales como fotografías o análisis genéticos serían efectivos para medir la salud de una ballena y la calidad de su alimentación. Y cuestiona que la reducción de la grasa coporal, reportada por los japoneses, sea significativa.
Fuente: National Geographic