domingo, 22 de marzo de 2009

Surubis de Itá Ibaté

Pezcalandia recibió un informe de nuestro amigo y colega Hugo, donde nos cuenta una jornada espectacular en Ita Ibate, acompañando a dos periodistas de pesca de Estados Unidos, que nos contactaron para realizar unos relevamientos de pesca en al norte Argentino.
No es mucho lo que se sabe de esta especie en términos de su biología. De hecho, tampoco se ha estudiado su pesca con seriedad. Basta con aclarar que la técnica mas practicada para capturarlos es el trolling a favor de la corriente o “aguas abajo”, donde la mayoría de los ejemplares vienen prendidos de distintas partes del cuerpo. Hay teorías de lo más variopintas sobre que es lo que sucede cuando se acciona de esta manera. Algunas sostienen que el pez se agita al percibir las vibraciones del señuelo cuando se acerca y que sus sentidos no se encuentran lo suficientemente desarrollados como para interceptarlo con su boca, entonces queda en el camino del artificial y resulta clavado por el cuerpo. Otras sostienen que impacta al señuelo con la cola (cosa que resulta difícil si se toma en cuenta la resistencia que esta –similar en superficie con una paleta de paddle- generaría al intentar moverla con la velocidad suficiente para alcanzar una presa). Otras veces el señuelo se clava bastante profundo en su boca, poniendo en duda las primeras hipótesis sobre el eventual “robo” o “patejeo”.Intentemos analizar la situación un poco mas profundamente basándonos en una pesca irregular en cuanto a la metodología pero con excelentes resultados.Experiencias en Itá Ibaté.Nos encontramos con el río con casi un metro bajo el nivel normal. Normalmente esto influye negativamente en estos ámbitos por, al menos, un par de días. Parece que los peces se aletargan con el súbito cambio de altura, para después comenzar a alimentarse normalmente cuando se aclimatan a las nuevas condiciones. Actuando a trolling en las canchas de piedras cercanas a Punta Gallino, decidimos concentrar los esfuerzos en la captura de algún dorado importante. Esta cancha es diferente a otras de latitudes más australes. No resulta tan profunda (entre 8 y 14 metros) como las piedras cercanas al veril que encontramos desde Yahapé hasta Paso de la Patria. Se trata más bien de una plataforma sumergida rociada con piedras medianas y mayoritariamente planas. Las pasadas de trolling correntada en contra o “de punta” se realizan sesgadas, en un ángulo cercano a los 45 grados con respecto a las costas, a diferencia del trolling puntual que se realiza a piedras específicas en otros puntos de la provincia. Actuando de esta manera se tocan varias piedras por pasada, aumentando la superficie prospectada y por ende la posibilidad de que se produzca un ataque. Las especies cazadoras se ubican atrás y a los costados de las salientes pétreas acechando al forraje que se mueve entre estas. Parece que los dorados prefieren mayoritariamente los laterales y los surubíes se ubican atrás de estas, lo cual no es en absoluto casualidad. Una posible explicación es que los dorados son animales mucho más hidrodinámicos, activos y de un metabolismo más rápido que les permite acechar directamente en plena correntada. Los surubíes –y especialmente los grandes- son mucho mas lentos, por lo que aprovechan los remolinos que se generan detrás de las rocas para descansar y solo se ubican contra la correntada en determinados momentos del día para alimentarse luego de los cuales vuelven al cobijo que las piedras les ofrecen frente a la correntada. Como esta zona no es tan profunda, no hace falta utilizar multifilamento extremadamente delgado, lo que nos da un plus de seguridad cuando este roza las piedras o el señuelo se engancha en el fondo. También permite apurar a la pieza de ser necesario. De hecho, el primer ataque sucedió en un equipo de bat casting pesado cargado con multifilamento del 0,35! Que estaba unido a una mojarra grande de Alfer´s amarilla y naranja. Se trataba de un cachorro de unos 8 kilos que peleó como un gladiador, haciéndonos imaginar que se trataba de un ejemplar mayor o un dorado enorme. Venía prendido del triple trasero muy por afuera de la boca, facilitando la tarea de devolución. Nuestro guía Vicente hizo un gesto de aprobación ante la devolución de la pieza, lo que nos provocó una inmensa alegría al ver que esta modalidad se está instalando entre los guías de las cabañas más prestigiosas. No paso más de una hora cuando la otra caña que portaba multifilamento del 0,25- acusó una corrida impresionante.
La pelea fue más pesada pero menos eléctrica y culminó con la captura de un inmenso pintado de 35 kilos prendido del costado. Una vez subido a la embarcación y fotografiado, nos dimos cuenta de que este había tomado el señuelo con la boca y este se desprendió para volverse a clavar en el costado del animal. De nuevo al agua y a seguir con las pasadas. No obtuvimos más respuestas así que decidimos intentar con carnada logrando algunos pequeños cachorros de hasta 12 kilos que vendieron cara su derrota. Luego de un almuerzo a cuerpo de reyes y una siesta reparadora nos encontrábamos nuevamente en las canchas de trolling.
El dorado nos seguía siendo esquivo, a pesar de haber rotado varias veces de formato y color de señuelos. Sencillamente no comían, aunque recibimos algunos tímidos ataques que tomaron por el lomo malogrando la clavada. Cerca del fin del día y con las últimas luces, una de las cañas recibió un ataque brutal.
El pez tomó y se dirigió en dirección contraria a la embarcación por no menos de 70 metros. Resulta fundamental que el reel aloje no menos de 200 metros de carga, ya que se pesca con 80 metros afuera y no es raro que un surubí corra por un centenar de metros en su arrancada inicial. Lentamente, el pez terminó de correr y se empacó en el fondo dando cabezazos, lo que permitió que la deriva nos ubicara por arriba minimizando el riesgo del corte contra las piedras. Con mucha paciencia y el freno bien regulado fuimos ganándole un metro a la vez hasta que, media hora después, lo vimos por primera vez. Ahí entramos en pánico. Debido a la cristalinidad del agua, a 3 metros el surubí parecía un elefante marino (por el tamaño). Nos llevó media docena de intentos subirlo a la lancha mediante un boga grip y un lazo en la cola. Había pulverizado el señuelo. Inmediatamente lo llevamos a una orilla a fotografiarlo y liberarlo. Un verdadero monstruo, de más de 50 kilos, como esos que se ven en las fotos de antaño.Un animal hermoso que superaba las 3 décadas y media de vida, matarlo significaría un verdadero crimen que debería estar penado por la ley.Concluimos que estos peces realmente atacan los señuelos y que es más que posible capturarlos haciendo trolling contra la corriente, mucho más emocionante y además sumando la posibilidad de que ataque un dorado.
Por Bruno Saccone
Via Hugo Gallo
Photos Ilustrativas