domingo, 3 de mayo de 2009

Tierra incógnita

En esta oportunidad en Pezcalandia quisimos presentar El Arco de Lago Posadas es otra de las extremas rarezas de la región. En el noroeste de Santa Cruz existen algunos de los paisajes más exóticos y menos visitados de la Patagonia. Lago Posadas, íntimo. Aunque Lago Posadas es una de las localidades menos conocidas de la Patagonia debido a su relativo aislamiento, encierra algunos de los paisajes más deslumbrantes de aquella vasta región del sur argentino que, alguna vez, los exploradores denominaron terra incognita. Salir a "explorar" esa parte del norte de Santa Cruz es por cierto una travesía de varios días -que a un antiguo viajero le hubiera llevado meses- por uno de los sectores todavía inhóspitos de la Patagonia. Basta un auto con carrocería elevada para recorrer y descubrir una sucesión de maravillas naturales que pueden asombrar al viajero de hoy tanto como a aquellos de siglos pasados.
LA GRAN MURALLA AUSTRAL
A comienzos de 1923, un viajero que se internó en la Patagonia buscando la ciudad de oro de Los Césares desperdigó en los diarios de todo el continente la noticia de que había hallado los restos de una muralla de 150 metros de largo por 12 de alto, que certificaban la existencia de aquel Edén del finis terrae donde se conocía el secreto de la inmortalidad. Pero el sueño dorado del Doctor Wolf se disipó rápido, porque el hallazgo era en verdad una formación de origen natural que años más tarde los geólogos llamarían "dique basáltico".
La confusión era de todas formas entendible, ya que a simple vista -dada la perfección de sus simetrías- resulta difícil de creer aun hoy que su origen no sea otro que humano.
Esa muralla está junto al Camino del Monte Zeballos, desde Los Antiguos al Lago Posadas.Un observador superficial podría pensar al llegar a este lugar que la Patagonia también tuvo su "Gran Muralla", en el kilómetro 77 de la ruta nacional 41. A lo lejos se levantan dos paredes muy largas que suben en paralelo por el filo de la montaña, casi hasta la cima. Fragmentada por la erosión, igual que la muralla que "cercaba" el imperio chino, tiene torres bastante simétricas que al verlas desde el camino inducen a detener el auto y subir a pie por las áridas laderas para intentar dilucidar cómo surgió esa pared en un lugar tan insólito.A los 15 minutos de caminata ya se divisa el negro de sus "ladrillos" de basalto, que parecen encajados con la exactitud de una pared edificada por el hombre. Pero aquí viene la explicación. Hace 65 millones de años, cuando surgía la cordillera y la Patagonia era un infierno de volcanes en erupción, la lava también brotaba a borbotones de profundas grietas. Cuando la lava dejó de salir, sus restos se endurecieron sobre las paredes de las grietas, formándose así los "diques basálticos". En los miles de años siguientes, la erosión fue horadando las laderas hasta dejar al descubierto las resistentes paredes de basalto que tienen una similaridad asombrosa con la Muralla China. Basta con mirar dos fotos y comparar. CAMINO DEL MONTE ZEBALLOS
Es el que llega más alto en toda la provincia, partiendo a los 200 metros sobre el nivel del mar hasta alcanzar los 1500 en su punto más alto. Al comienzo se atraviesa la pura estepa con su escasa vegetación y cincuenta kilómetros más adelante aparece un bosque de 900 hectáreas con lengas y ñires. El lugar es ideal para un picnic junto a un manantial en medio del bosque.A veces los viajeros eligen algún antiguo sendero abierto por los leñadores para abandonar el auto y caminar un rato. La ruta asciende de a poco y la vegetación se hace más profusa por la mayor humedad. Pero al llegar a El Portezuelo --el punto más alto, a 1500 metros- la vegetación desaparece otra vez por la escasez de oxígeno. Así como al principio se pasaba por un desierto de estepa, ahora predomina un desierto de altura (en El Portezuelo está el principal dique basáltico). A partir de allí comienza el descenso hacia la cuenca vecina y a la vera del camino aparecen lagunas color turquesa habitadas por patos y cisnes de cuello negro. También se bordean viejas estancias y se cruzan muy pocos autos en el camino.Gran parte del Camino del Monte Zeballos atraviesa lo que fue el interior del cráter de un gran volcán del que ha desaparecido toda una mitad. Uno de los imponentes picos de ese cráter es el del Monte Zeballos, cuyos 2748 metros se divisan desde gran parte del camino. Las torres del dique basáltico, por su parte, fueron las fumarolas por las que brotaba el magma incandescente, cuyo conducto se rellenó con basalto al apagarse el volcán, repitiendo el proceso que se dio en las grietas.
LAGO POSADAS
El Camino del Monte Zeballos culmina cerca del pueblo llamado oficialmente Hipólito Irigoyen -el nombre que figura en los mapas-, aunque todo el mundo lo conoce como Lago Posadas. Su origen se remonta a la década del veinte, cuando fue surgiendo de a poco alrededor del casco de una estancia y su pulpería. El dueño de la estancia Lago Posadas donó a la provincia el dormitorio de los peones para instalar una escuela hogar. Igual que otros pueblos de la Patagonia, éste se fue organizando alrededor de la escuela.
Más adelante llegó un enfermero, luego la policía, y así fue creciendo Lago Posadas en una zona alejada de todo y con inviernos durísimos.Durante décadas el pueblo vivió al ritmo de la explotación ganadera. Hoy en día, con apenas 250 habitantes, se ha convertido en un nuevo destino turístico, con una pequeña variedad de alojamientos, restaurantes y excursiones. Todas las calles de Lago Posadas -ubicado al pie de la Cordillera de los Andes- son de tierra. Y su atractivo principal son los paisajes de montaña que rodean a los lagos Posadas y Pueyrredón, separados entre sí por un istmo muy angosto en cuyo extremo hay un pequeño arroyo que une ambos lagos.La primera estación del paseo por los lagos es frente al Arco del Lago Posadas, en medio del cual una roca enorme y solitaria sobresale con un túnel arqueado en el centro.
Esta es otra de las rarezas geológicas de la Patagonia, difíciles de explicar con el mero sentido común.
El istmo que divide a los dos lagos se atraviesa en vehículo para hacer la excursión hasta la estancia Suyai, que se puede visitar aun cuando el viajero no se vaya a alojar (se puede ir a almorzar o simplemente a conocer). Al cruzar el pequeño puente sobre el arroyo que une los lagos, la transparencia de las aguas permite ver con nitidez las enormes truchas escondidas tras las rocas, esperando el alimento que trae la corriente. Los días de viento, que son mayoría, las olas del lago Pueyrredón rompen casi en la orilla del camino que cruza el istmo, igual que un mar picado. Desde el istmo se ve también la diferencia de colores entre los dos lagos: turquesa el Posadas y azul intenso el Pueyrredón. Del otro lado del istmo, a orillas del lago Pueyrredón, hay dos cabañas solitarias con una vista increíble que son parte del camping El Tío. Y más adelante se llega a la estancia Suyai, a orillas del mismo lago, dedicada exclusivamente el turismo.Una excursión interesante desde Lago Posadas es la que llega hasta el Cerro de los Indios, donde se conservan en las paredes de piedra pinturas rupestres muy antiguas pertenecientes a culturas pre-tehuelches. El avistaje de aves entre lagunas y juncales es una de las alternativas. Otra es recorrer a caballo los cañadones, ríos y llanos esteparios. Y también hay salidas de trekking por la costa de los lagos y los faldeos cordilleranos. Por último, para los más audaces, existen varios circuitos de aventura con escalada, rappel y tirolesa.Lago Posadas es, inevitablemente, apenas una parte de un viaje mucho más largo por la provincia de Santa Cruz. A 110 kilómetros del pueblo está, por ejemplo, la famosa Cueva de las Manos. Y también se puede visitar desde allí -o continuando viaje, según el orden elegido- el Parque Nacional Perito Moreno, donde no está el famoso glaciar Perito Moreno.
Este parque andino también es poco conocido y visitado, pero es al mismo tiempo uno de los más singulares y espectaculares de toda la Patagonia. Por eso recorrer el noroeste de Santa Cruz es, en alguna medida, un viaje exploratorio "a la antigua", con la mística de una genuina travesía donde uno se topa con lugares deslumbrantes de los que nunca había visto siquiera una foto ni había oído hablar de ellos.
Algo ya casi imposible en otros rincones del país.
(Página 12)
Fuente Sin Mordaza