lunes, 15 de junio de 2009

Villa Pehuenia - Argentina aventurarse entre araucarias.

En Pezcalandia les tiramos este tip, esta bueno, siempre damos difusión a lo mejor del sector a solo diez kilómetros quince minutos. Esa es la distancia y el tiempo que separa a Villa Pehuenia de llamarse Villa Araucaria y ser parte del territorio chileno. Una diferencia tan mínima que no llega a modificar un mismo paisaje a ambos lados de la cordillera, aunque sí su nombre.
La explicación es una sola: Pehuenia deriva de pehuén, que es como llaman por aquí a la milenaria araucaria. Árbol que se da por miles en estas latitudes, siendo los imperdibles parques y reservas nacionales de la Región de la Araucanía –como Conguillío, Melipeuco y lago Galletué– los más fieles exponentes chilenos de este marco natural. Del mismo modo, si Villa Pehuenia estuviera 10 kilómetros más al oeste, sería con facilidad competencia directa de Pucón, entregando aquella misma oferta de descanso y actividades outdoors que ofrece el principal centro turístico de la Araucanía. Aunque aquí, en el lado argentino, las multitudes no aparecen, ni siquiera en el concurrido verano.Pero más allá de suposiciones, la realidad es otra y, pese a las semejanzas, esta aldea de montaña se encuentra recostada en los Andes argentinos, siendo uno de los secretos patagónicos mejor guardados por neuqueninos, porteños y amantes de la tranquilidad y las actividades recreativas entre parajes de gran belleza. La naturaleza es el gran atractivo de la zona. Un verdadero anfiteatro silvestre, donde los serpenteados y vecinos lagos Aluminé y Moquehue –junto con las diversas lagunas que los circundan, decenas de montañas y el volcán Batea Mahuida– compiten por quedarse con el protagonismo de cada postal.El paisaje parece completo cuando se le agregan bosques de especies autóctonas como lengas, coihues, pinos y, por supuesto, araucarias, que son las que le dan ese toque único a Villa Pehuenia.
Las similitudes a ambos lados de la cordillera se repiten al hablar de sus pueblos originarios. Es el mismo pueblo mapuche el que desde tiempos remotos ha vivido en estas tierras, manteniendo a lo largo de la historia un fuerte lazo de intercambio de bienes, conocimientos y experiencias con sus pares al otro lado de la frontera. Incluso, compartiendo los mismos problemas desde la llegada de los españoles, relacionados principalmente con el reconocimiento de sus derechos territoriales y la valorización de su cultura.Hoy, las comunidades mapuches de la zona conviven en armonía con los “huincas”, vendiendo sus artesanías y típicos tejidos de telar a turistas y a quienes fueron radicándose junto a sus familias en estas tierras de la Patagonia norte argentina, hasta que, en 1989, fundaron formalmente Villa Pehuenia.
Si anda en busca de un pueblecito apartado, con servicios turísticos de calidad y una larga lista de pasatiempos, tanto para solitarios como para familias, cruce al otro lado de los Andes, a la altura de Temuco, por el paso Icalma. Tan sólo 10 kilómetros y 15 minutos lo separan de conocer este verdadero paraíso ecológico.
ECOTURISMO MULTICOLOR
Son las 9 de la mañana y el silencio es profundo en las tranquilas aguas del lago Aluminé. No se oye nada más que el chapoteo de pequeñas bandurrias que se deslizan una detrás de otra, mientras araucarias y lagunas parecieran seguir durmiendo. Un letargo que se interrumpe con la primera lancha del día que aparece a lo lejos. Es nuestro contacto inicial con la civilización. Una que, eso sí, se hace mucho más presente en verano, cuando Villa Pehuenia deja de ser una aldea de 900 habitantes y pasa a cobijar a cinco mil visitantes.
Cifra que no inmuta al turismo local, que cuenta con una amplia red de alojamiento, especialmente cabañas, campings y apart hoteles.Si bien Villa Pehuenia recibe a todo tipo de pasatiempos y motores, se distingue por ser una aldea ecológica, privilegiando aquellos deportes de directa relación entre el hombre y la naturaleza, para así minimizar cualquier impacto negativo que la modernidad pueda traer, como contaminación atmosférica o acústica.Una buena forma de conocer este turismo responsable es a través de los paseos en embarcaciones a vela o lanchas turísticas, que salen desde la encerrada bahía hacia las diversas bondades que regala el lago Aluminé y el Moquehue, ubicado justo a su lado.Penínsulas, bahías, golfos y acantilados van descubriéndose lentamente arriba de un relajante velero o un cómodo yate, embarcaciones en las que, además, podrá navegar por recónditas playas y solitarios islotes, donde las araucarias mantienen su soberanía.
La pesca deportiva es otra de las experiencias a las que invita la villa. Aquí podrá regodearse buscando el estilo que más le acomode: spinning, trolling o pesca con mosca. La zona es reconocida en Argentina como uno de los principales centros de este deporte. Dejando reposar las aguas del Aluminé, las cristalinas aguas del río del mismo nombre invitan a practicar el rafting en distintos grados: con rápidos para avezados y tramos para aquellos que quieren disfrutar tranquilamente de un recorrido entre una naturaleza aún indómita y donde imponentes cascadas caen por los acantilados.
Los colores azules de lagos y ríos van quedando atrás. Es casi mediodía y nos adentramos por un sendero de verdes intensos entre montañas y bosques. Todo es calma y tranquilidad, hasta que, súbitamente, una docena de ciclistas aparecen por el camino. La caravana desaparece tal como surgió. Sólo su huella nos permite confirmar su paso y la de cientos que han pasado por ahí.Nuevamente no estamos solos ni parecemos estar descubriendo nada nuevo. Somos algunos más de aquellos admiradores y gozadores de estos senderos que se internan por distintos circuitos, como El Arco (antiguo paso a Chile), donde los bosques puros de araucarias y sus característicos piñones son dueños del lugar; o el tramo Paraje La Angostura, donde podrá conocer un sitio de asentamiento histórico del pueblo mapuche.Otra ruta, ideal para ciclistas, es el circuito Pehuenia, el que en 130 kilómetros corre bordeando los lagos Pehuenia, Moquehue, Nonpehuén, Norquinco y Pulmari. Es una excelente opción para aquellos que quieran impresionarse aún más con la naturaleza y la rica fauna que nos rodea, donde sobresalen los cisnes de cuello negro, vizcachas, pudús, pájaros carpinteros e incluso pumas.
TARDE EN LAS ALTURAS
De vuelta al pueblo, los aromas del chivo asado y la trucha ahumada impregnan la principal calle del centro. Irrenunciables son sus parrillas, con cartas ya sea en base a carnes rojas o pescados sacados a metros del lugar.La hora de la siesta es sagrada por aquí. Y en esta época, cuando aún hay sol pero de ese que entibia y no aturde, un gran placer es refugiarse en sus pintorescas casitas de madera, todas de estilo montañés.
Existen también por las cercanías de la villa diversos miradores, cada uno con una vista excepcional, desde distintas alturas y ángulos. Desde cualquiera de ellos podrá contemplar cómo transcurre la tarde y van cambiando los colores de cada paisaje; en especial, cuando el otoño comienza a teñir parte de la vegetación con tonos ocres.Desde el mirador del Morro, la belleza alrededor y el profundo silencio no dejan de acompañarnos, hasta que volvemos a sorprendernos. Esta vez con un solitario deportista subiendo detrás nuestro por un acantilado de 90º. El rappel es otra actividad que se puede practicar por aquí, y confirma el profundo vínculo que existe entre los argentinos con las actividades outdoors.Con el sol comenzando a bajar, es hora de descubrir la mejor vista para el atardecer. El famoso mirador del Ciprés nos amplía el panorama en que nos situamos, al poder contemplar el blanco inmaculado del volcán Batea Mahuida que corona toda la zona.Difícil será llegar a su cima a esta hora, pero si le interesa subirlo, existen cabalgatas que salen por la mañana desde la aldea hasta su cumbre y desde donde compartirá junto a cóndores la mejor vista de Villa Pehuenia, el impresionante entorno que le rodea y la satisfacción de haber elegido sabiamente el lugar para descansar y practicar algún deporte.Lo que no cambia es el entorno natural que lo rodeará, pues haga lo que haga, y vaya donde vaya, lagunas, lagos y araucarias lo seguirán.
Via Mario Neira
Fuente La Tercera. com
Photo Jose Ignacio Lopez