martes, 23 de febrero de 2010

Los glaciares de los Andes se derriten

En Pezcalandia estamos sorprendidos por esta novedad, “el glaciar Chacaltaya que, en lengua aymara, significa "camino del frío"ha desaparecido”. Después de 18.000 años presidiendo los Andes bolivianos, el glaciar que llegó a albergar las pistas de esquí a mayor altitud del planeta, 5.300 metros, se ha extinguido por completo. El Chacaltaya comenzó a derretirse en los años ochenta, y las previsiones más pesimistas pronosticaban su desaparición antes del año 2015. No contaban, sin embargo, con que el hecho de que el ritmo del deshielo se ha triplicado en la última década debido al aumento de las emisiones de efecto invernadero. Lo más preocupante es que otros glaciares de la región podrían estar derritiéndose también a una velocidad vertiginosa. Cinco glaciares de la espectacular cordillera Tuni Condoriri así denominada por su parecido con un cóndor encorvado se han derretido ya por completo; otros diez, mientras tanto, se han reducido más de un tercio. Los datos disponibles, por ahora, no invitan al optimismo. Algunas estimaciones prevén la desaparición total de los glaciares de la montaña de Illimani, a 6.500 metros de altura, en 30 años. El Banco Mundial, por su parte, calcula que para 2030 no existirá la mayor parte de los glaciares. Y algunos científicos pronostican, incluso, que el Lago Titicaca podría desaparecer hacia mediados de este siglo debido a los efectos del calentamiento global. Problemas de abastecimiento Bolivia, que concentra la quinta parte de los glaciares tropicales del mundo, está sufriendo como pocas zonas del planeta el cambio climático. En el país andino, el calentamiento global no es una proyección apocalíptica sino una realidad que ha llegado antes de lo previsto. La primera consecuencia es cuestión de supervivencia: falta agua. Los glaciares son fundamentales, sobre todo durante la temporada seca, pues, mientras escasean las lluvias, los glaciares se van derritiendo lentamente y suministran agua potable para los bolivianos del altiplano, La Paz y El Alto. El 80% del consumo de agua en estas dos ciudades, que están entre las más importantes del país, provenía de los glaciares. Todo apunta a que el problema de abastecimiento seguirá recrudeciéndose, pues cada año llegan a El Alto inmigrantes procedentes de zonas rurales que hacen aumentar la demanda de agua. La pérdida de los glaciares implicará la necesidad de conseguir aumentar el abastecimiento de agua. Las centrales hidroeléctricas podrían ser una solución, pero comienzan a ser cada vez más cuestionadas por sus repercusiones sobre el ecosistema. La escasez de agua es sólo la primera y más urgente de las consecuencias del calentamiento global que amenazan de modo inminente el futuro de Bolivia. Según el informe Bolivia, cambio climático, pobreza y adaptación, publicado el pasado mes de noviembre por la ONG Oxfam Internacional, el cambio climático afectará a la diversidad del vasto territorio boliviano y provocará un aumento de los incendios forestales en la región. Además, y según el mismo documento, la población sufrirá pronto escasez de alimentos y un aumento en la incidencia de enfermedades tropicales transmitidas por mosquitos, como el dengue y la malaria. El país andino es también uno de los que más sufren la deforestación en el mundo un fenómeno que cada año acaba con 300.000 hectáreas de sus bosques, con lo que se incrementa el efecto invernadero y aumentan las posibilidades de sufrir desastres naturales e inundaciones. De hecho, Bolivia ingresó en 2007 en la lista de los diez países más afectados por este tipo de tragedias. Entre 2007 y 2008, el país andino enfrentó las peores emergencias de sus últimos 25 años, según Oxfam. El caso del deshielo de los glaciares bolivianos evidencia que la denuncia que realizó recientemente en la cumbre del clima de Copenhague el presidente del país, Evo Morales junto con su homólogo venezolano, Hugo Chávez tiene una base real: ante el resto de líderes mundiales, Morales denunció la injusticia de que uno de los países más pobres de América Latina acabe pagando la factura de los efectos del cambio climático, en el que escasamente ha colaborado. Como subraya Oxfam en su estudio, Bolivia está pagando "un alto precio" por una situación sobre la que "históricamente no tiene ninguna responsabilidad". Fuente publico.es