Una vez más, el equipo de Pezcalandia (Por una vejez digna) participó del Columbia Cruce de los Andes. Este año el equipo integrado por los hermanos Agustín y Sebastián Otero Lacoste llegó en la posición 159 sobre un total de 599 equipos que terminaron esta edición del Cruce, ya considerado por todos, la más dura de todos.
PRIMERA ETAPA
La primera etapa largó a orillas del Lago Escondido desde una altura de 790 metros de snm. El recorrido, de 33K aprox., incluyó caminos y senderos de montaña con importantes desniveles, el cruce de un puente colgante sobre el río Escondido que nos regalaba una excelente vista de los saltos que presenta este río. Este puente generó el primer cuello de botella de la etapa ya que se debía cruzar de a dos debido a lo frágil de su estructura.
Antes de llegar a los 27K, y después apreciar una maravillosa cascada de casi 50 mts de altura, nos encontramos con el segundo cuello de botella, el cruce del lago en lancha y gomón que proponía la organización.
Después de haber “padecido” los cuellos de botella y sufrir la visita de los infaltables calambres, la etapa llegó a su fin.
Llegamos a un lugar espectacular donde se realizaría el primer campamento. Hasta el momento el clima nos acompañaba con nubes solamente, pero la historia cambiaría rápidamente.
SEGUNDA ETAPA
El segundo día de competencia nos recibió con la lluvia que había comenzado la noche anterior.
Gracias a la calidad de la carpa y bolsas de dormir Gibson's que nos dió Pezcalandia, lo único que sentimos de la lluvia fue el ruído de las gotas en el cubre techo.
Para que conozcamos la dureza del recorrido previsto, tan solo a 500mts de comenzada la etapa nos encontramos con nuestro primer gran desafío, una subida larga y empinada a puro barro. La única forma de encararla era agarrándose de las ramas y raíces que estaban a los costados del sendero. Así empezó nuestro ascenso de casi 7K que nos llevó de los 800 msnm en los que estábamos hasta casi 1700 msnm. La baja de casi 9K no fue mejor que la subida ya que el barro y los senderos con precipicio fueron los grandes protagonistas.
Algo para destacar a medida que ascendíamos, al margen del viento, el frío y la continua lluvia, es el paisaje que podíamos ver a medida que cruzábamos las nubes y las dejábamos abajo. Al terminar el descenso solo nos quedaron 10K que se desarrollaron por caminos rurales y a campo traviesa.
Los últimos 200 mts nos sorprenderían con nuestro segundo gran desafío, el cruce del río Foyel con su fuerte correntada y agua helada.
Luego de recorrer casi 27K pensábamos que la segunda etapa ya había terminado por el solo hecho de cruzar el arco de llegada, pero no. Al rato nos enteramos de los inconvenientes que tuvo la organización con el transporte de la mayoría de los containers y allí comenzó nuestro último gran desafío del día, llegar al campamento alternativo por un camino de casi 5K con la misma cantidad de barro y frío que tuvimos durante la carrera.
La lluvia y el frío no aflojaron en casi toda la noche y después de comer como si fuese la última vez, nos fuimos a descansar para frontar la última etapa del Cruce.
TERCERA ETAPA
Nuevamente la carpa y bolsas de dormir Gibson nos aislaron del frío y el agua que tuvimos por la noche. El amanecer del tercer día nos recibió con el cielo nublado y frío, pero casi sin lluvia. Nos esperaban 36K hasta “El Manso”, el paso elegido en esta edición para cruzar a Chile.
Esta etapa fue la más larga, sin grandes desniveles (pasamos de 460 msnm a 390 msnm), pero con pequeñas subidas y bajadas constantes por caminos y senderos de montaña. Finalmente terminamos corriendo sobre caminos de tierra hasta llegar al tan esperado cruce a Chile, pero nos tenían preparado el último regalito.. Para terminar el cruce solo nos quedaba subir una pequeña ladera (no más de 400 mts) para luego bajarla y si finalmente cruzar el arco de llegada. Nuestro Cruce de los Andes ya había terminado.
Los que ya hemos realizado algunos “Cruces” podemos asegurar que esta edición, por las condiciones meteorológicas e inconvenientes que tuvo la organización, ha sido la más dura (tanto en la carrera como en los campamentos).
Pese a todos los obstáculos que tuvimos que sortear, la sensación que nos quedó al finalizar esta edición es la de ir por más y seguir preparándonos para la 10º edición del Columbia Cruce de los Andes.
Por Sebastián Otero Lacoste
Instructor Pezcalandia
Staff Pezcalandia