lunes, 26 de abril de 2010

Pezcalandia y la Expedición Everest 2010- Reporte 6

En Pezcalandia, estamos siguiendo la expedición on line. Les contamos que el equipo ha regresado al Campo Base a 5.300mts y se encuentra en período de descanso tras 5 ó 6 días fluctuando entre el campamento 1 y el Campamento 2 a casi 7.000 mts de altura.
"Vamos a estar con varios días de descanso y recuperar todo lo perdido", dice en el comunicado Charly Galosi, en referencia al desgaste de estos días pasados, producto del esfuerzo y la deshidratación. La aclimatación a la altura va progresando positivamente. Han estado trabajando junto a los sherpas, en el fijado de cuerdas fijas que asaltan el Campamento 3. Persisten al momento los inconvenientes con el teléfono satelital, no siendo posible la comunicación telefónica desde y hacia Argentina. Se está intentando activar un segundo teléfono satelital, que estaba programado solo para el envío de datos, como mails y fotos. Los 5 integrantes de la Expedición Argentina Everest 2010, se encuentran en perfectas condiciones físicas y anímicas y my motivados para el posible asalto a la cumbre, previsto a partir del 16 de Mayo. Por su parte Francisco Minieri, 6º intregante y Director de la Expedición se encuentra ya realizando el trekking hacia el Campamento Base para el encuentro del resto del equipo. Nos cuenta Alvar Puente. que desde el atletismo ha llamado poderosamente mi atención, no recuerdo haber visto esa tan acostumbrada y casi malsana competitividad de otros deportes, siempre el atleta contra el cronómetro o contra una regla y un piso de arena, contra una vara o simplemente contra si mismo… A la hora de las finales me suelo quedar fascinado con las carreras de resistencia y dentro de las de velocidad la que más me atrapa son los 110 mts. vallas, no basta con ser rápido y coordinado, esos corredores están obligados a partir con su máxima potencia, dándolo todo, y a los pocos metros se les presenta delante un incómodo obstáculo, y si lo superan cada escasos metros les toca saltar otra valla; en ocasiones no sortean la barrera con soltura pero siguen en carrera y lo que importa al final es cuanta garra le ponen para llegar a la meta, nadie abandona cuando tira la primer valla, supongo que en ello radica que estén en las instancias finales que nosotros vemos por televisión. A fin de cuentas no solo son velocistas sino obstaculistas, lo cual a mi parecer los hace más meritorios todavía. En estos últimos días el monte Everest se me asemeja muchísimo a una carrera de 110 mts. vallas, el acercamiento al base ha sido desde todo punto de vista un entrenamiento para lo que nos esperaba más allá de la cascada del Khumbu. Entrenar es prepararse física y mentalmente para un momento y para un evento determinado, nos preguntábamos, no sin cierto escepticismo, si el ritmo desde Lukla no era muy lento, si los días de descanso no eran demasiados, si no se podría ir directo al campo 2, pues bien, con el paso de las jornadas nos hemos convencido de que el ritmo ha sido el correcto, que las vallas se van superando una a una y que estamos en una carrera en la que la paciencia y la garra serán las que nos lleven a la meta. Desde nuestro primer acercamiento al campo 1 el conocimiento de la montaña ha ido en aumento minuto a minuto, superar la cascada de seracs del Khumbu es un acontecimiento que marca un antes y un después en la expedición. La primera vez nos sometió a una prueba exigente, el frío en la madrugada nos apabulló, el desnivel y la altura nos castigaron y el calor finalmente nos deshidrató a la bajada, todo un gran aprendizaje que nos preparó para el segundo aventón que nos dejó en las carpas del campamento 1 en menos de cinco horas el día 19 de expedición y en mucho mejores condiciones. El campo 1 se encuentra ya en el llamado Valle del Silencio, enmarcado entre los contrafuertes del mismísimo Everest y del Nupse, a 6150 msnm y en el plató del Khumbu rodeado de gigantescas grietas. Lo mismo que la mayoría de las jornadas anteriores pasado el mediodía el clima se va poniendo inestable, el cielo se nubla, la temperatura se zambulle y la tarea ordinaria de derretir hielo y convertirlo en agua se convierte en un acontecimiento dificultoso. Las horas pasan con conversaciones entre tiendas, hidratación, alimentación y alguna que otra siesta. El frìo, compañero inseparable desde hace más de 15 días, nos recluye en las bolsas de dormir a la espera de una nueva jornada y nos permite un ansiado descanso. Recién cuando los primeros rayos de sol sacuden los sobre techos de las tiendas estamos en condiciones de salir de los sacos de dormir, antes no hay cristiano que aguante las temperaturas bajo cero de esta montaña. Las actividades habituales de la mañana van acompañadas por la procesión de sherpas cargados camino al campo 2. La tarea de la jornada es sencilla, atravesar el Valle del Silencio y con intenciones de aclimatar llegar al siguiente campamento, situado ya en las laderas mismas de la cumbre del Everest a más de 6400 mts. y regresar a dormir al campo 1. El plató de hielo que separa el 1 del 2 no es particularmente difícil ni riesgoso, aunque por momentos las grietas nos hacen caracolear y los gigantescos bloques de hielo de viejas avalanchas hacen que aceleremos el paso, si algún serac cayó de la pared Nupse en alguna ocasión anterior, nadie nos asegura que no ocurra nuevamente. En menos de 3 horas llegamos al campo 2, otra pequeña urbanización de tiendas tapizadas sobre una sección del glaciar cubierta de piedras ubicadas allí por el desprendimiento desde las faldas del Everest. Lo primero que salta a la vista es que este mismo lugar ha servido de emplazamiento de cientos de expediciones ya que la basura abunda entre las grietas. El lugar no es de lo más lindo pero una sopa caliente en la carpa comedor sube los ánimos de todos. Nuevamente el frìo comienza a aterirnos y preparamos la huída a nuestro nuevo dormitorio en el campo 1. La nevada arrecia y lo mismo que el día anterior nos zambullimos en las bolsas de dormir, el objetivo de aclimatación está cumplido. Otro amanecer diáfano nos encuentra entumecidos por los -16º de la noche, armamos las mochilas y arrancamos nuevamente al 2, en esta ocasión con la idea de dormir allí. El trayecto en esta ocasión lo recorremos con más celeridad y antes de comer ya estamos moviendo piedras para armar las plataformas de las carpas, tarea más que ardua por el desgaste previo y por lo difícil que es realizar cualquier actividad física a esta altura. Después del almuerzo finalizamos la instalación de nuestro campamento, cosa que nos demoró largas horas y mucho esfuerzo. La tarde trae otra nueva nevada y la noche nos demuestra que si pensábamos que el base era un lugar frìo, la zona media de la montaña lo es mucho más, la pregunta es “como será la parte alta?”. Los primeros malestares estomacales, insomnios y dolores de cabeza fuertes se manifiestan aquí, veníamos invictos de molestias más allá de alguna pequeña jaqueca, la persistente tos del Khumbu que nos asediaba a todos o alguna diarrea ocasional. Con algunas bajas arrancamos hacia la base de la pared Lhotse en plan de aclimatación, los sherpas están fijando las cuerdas para el campamento 3 en una rampa helada de alrededor de 700 mts y unos 45º de pendiente, la tarea parece ardua por la dureza de hielo cristalino que cubre toda la pala. En un par de horas nos encontramos en la base de la rimaya, donde Charly y Damián Benegas se separan del grupo para asistir en la instalación de los rapeles en la pared Lhotse, mientras el resto de nosotros encaramos el regreso a distintas velocidades. Más tarde sabemos de primera mano de la dureza del hielo hasta los casi 7000 mts ya que los chicos lo han sufrido por un par de horas en él, mientras que nosotros nos dedicábamos a recuperar botellas viejas de O2 caídas de la cumbre sur sobre el glaciar y que representan la basura más detestable y cotizada del valle. La tarde se nubla y el frìo arrecia nuevamente, en la pequeña carpa comedor nos amuchamos todos a la hora de la cena y los planes para el día siguiente se delinean, la mayoría del grupo bajará al base mientras Damián, el Topo y yo nos quedaremos en el 2 para continuar con los trabajos en la pared Lhotse. A eso de las 7 de la mañana y con lo peor del frìo matutino el grupo arranca la retirada en cuentagotas, el último en partir es Cuni, que habiéndose quedado con la intención de dar una mano en la pared, decide bajar ya que hace en par de días que sufre los estragos de la altura en forma de un difícilmente controlable insomnio, imperceptible desde el exterior por su fortaleza; su experiencia previa en la altura lo previene y a eso de las 9 de la mañana él también va en búsqueda de descanso en el campo base, mientras que nosotros tenemos la oportunidad de remolonear un poco más. Tras un opíparo desayuno arrancamos nuevamente hacia la pared Lhotse más equipados que en el día anterior y porteando dos escaleras de aluminio para superar la rimaya y dejar finalmente la ruta al 3 resuelta. La expedición argentina de la mano de los Benegas es la única representación occidental en las tareas de fijado de la línea de ascenso al campo 3, tanto ayer en la persona de Charly, Willy y Damián, como hoy con Damián y yo como exponentes, el resto son sherpas. El trabajo en altura es agotador y tras 3 o 4 horas la rimaya está resuelta y los últimos rapeles están armados, justo antes de que se nuble y se largue a nevar comenzamos el descenso pero no hacia el campamento sino hacia el medio del glaciar, hace un par de días que apareció una gran mancha roja en una zona poblada de grietas, la idea es ver si se trata de una carpa vieja, una bolsa de dormir o un cuerpo. Nos encordamos y tras resolver un pequeño laberinto llegamos a la triste y sórdida imagen de un cadáver empaquetado en una bolsa de dormir. A la postre las averiguaciones nos llevarán a identificarlo como un escalador de Kazajistán que fue barrido el año anterior por una avalancha y a quien sus compañeros “enterraron” en una profunda grieta sin esperar su inhumación por parte del glaciar. La escena es tétrica, sacamos las fotos de rigor para su identificación pero no queda mucho más que hacer que irse para abajo con un importante sinsabor en los labios. Lo ocurrido durante las dos últimas jornadas pone de manifiesto la jerarquía que tienen en esta montaña los hermanos Benegas, no solo se han ganado el respeto de la mayoría de los sherpas, sino que participan activamente de las decisiones técnicas del accionar de la mayoría de las expediciones, de la ejecución de dichas decisiones y se hacen responsables de resolver temas como la identificación de un cuerpo. El hecho de compartir gran parte de la expedición con ellos es muy ilustrativo. Después de separarme del grupito de bajada, en parte para reflexionar lo ocurrido durante el día y en parte para buscar más botellas viejas de O2, en un par de horas me encuentro con el Topo en el campamento, nos quedamos solos ya que Damián se ha marchado para el base sin demora, nuestra decisión previa era la de permanecer una noche más para continuar con la aclimatación, acompañados de Kengsing, el joven cocinero del Campo 2 y Lagpa, el Sidar jefe de los sherpas. La noche se hace larga ya que el frìo, más intenso aquí que en ningún otro lugar de la montaña, muerde fuertemente los pulmones de Kengsing y del Topo que se pasan la noche tosiendo, la tos del Khumbu no tiene clemencia de nadie. La mañana trae un frio que parte los labios, muerde los dedos y entumece los pensamientos, organizamos las cosa que se quedan y las que se van y partimos sin demora hacia el base. El Topo, muy desgastado por la mala noche pasada avanza con lentitud por la casada de seracs, no es un lugar placentero para estar pero no nos separamos en ningún momento de la bajada, finalmente tras 4 horas y media de descenso casi agónico llegamos al campo base justo antes del almuerzo, opíparo como siempre y más que nunca regenerativo. Nos presentan a la nueva encargada del campamento, Mara, una norteamericana de pequeña estatura, voz resonante y personalidad enérgica, y entre charlas y puestas al día se pasa el mediodía. La tarde no trae muchas novedades, seguimos con problemas de comunicación hacia el exterior, los chicos lidian con ello mientras yo me pego la primera ducha en muchos días. La tarde de descanso trae la noche y una improvisada fiestita trae invitados de otros campamentos. Lo más destacado es la presencia de la cordada Simone Moro y Denis Urubko, la crema de la crema del himalayismo del momento. Parecen personajes de una revista de montaña de época, a Simone ya habíamos tenido la oportunidad de conocerlo y de compartir anécdotas de escalada, Denis acaba de llegar al base. Las horas pasan entre historia e historia y nos vamos todos a dormir con una gran sonrisa en los labios.
Reporte 10 http://www.pezcalandiablog.com.ar/2010/05/pezcalandia-y-la-expedicion-argentina_21.html
Por Alvar Puente
Vía Gistavo Andrade
Redacción Pezcalandia