QUÉ PASÓ CON... ISMA SANTOS?
Desde pezcalandia, les contamos que este colega y montañista con mas de de 50 cumbres a sus espaldas, es uno de los mejores del baloncesto europeo de los 90, fue campeón de Europa con los blancos en 1995·
Se retiró en 2003 y su mujer, la presentadora Kay Rush, le introdujo en el mundo de la escalada ·
Ha coronado más de 50 cumbres de más de 4.000 metros. En 1995, Ismael Santos (Ourense, 1972) ganaba la última Euroliga que entró en las vitrinas del Real Madrid de baloncesto. Un año más tarde participaría en la última 'Final Four' disputada por el equipo blanco. Hoy, este antiguo escolta, uno de los mejores defensores europeos de los años 90, se dedica al montañismo. Es una muestra de lo mucho que puede cambiar la vida a lo largo de tres lustros. Para un equipo y para un jugador. Resulta paradójico que a medida que el club descendía en el escalafón europeo, uno de sus ex jugadores coronara cimas.
Isma estuvo 13 años en el Madrid, cuatro en la cantera y nueve en el primer equipo, llegando a ser capitán. Tras acabar su etapa madridista jugó dos años en Treviso, otro en el Dafni griego y acabó su carrera en el Novara italiano en 2003. Después ejerció un año y medio como ojeador para una agencia de representación. Fue en esa época cuando descubrió la montaña. Le atrapó de lleno y todavía no le ha soltado. "Empecé a ir por mi mujer (la presentadora Kay Rush), que escalaba antes que yo", cuenta.A él, las alturas le cazaron por el lado espiritual. "La montaña tiene mucho de místico e instrospectivo.
Estás mucho tiempo solo en la naturaleza y te acaba cambiando la personalidad. Para mí ha sido una escuela de vida, como también lo fue el baloncesto", asegura Santos, que ha subido más de 50 cimas por encima de 4.000 metros incluido el Mont Blanc y participó en una expedición al Cho Oyu. En ella conoció a dos socios con los que creó una empresa que organiza actividades de montaña."La montaña tiene mucho de místico. Es una escuela de vida y te cambia la personalidad" Balones y canastas poco tienen que ver con piolets y nieve, pero Isma ve semejanzas: "En ambos deportes hay obsesión por el resultado. No todo es ganar títulos o llegar a la cima, debe ser consecuencia del esfuerzo. Y, como en el basket, hay compañerismo, por ejemplo en una cordada". La diferencia es que en la cancha, el mejor casi siempre gana. "En la montaña, ya puedes ser el más rápido, el más fuerte y tener el mejor equipo, que si la naturaleza no quiere que subas, no subes. Cuando aceptas eso, te haces más humilde", explica con pasión.
Pese a la devoción que siente por la montaña, nunca se olvidó del baloncesto. "Antes era mi vida y ahora es mi mayor afición", dice. Ha seguido la ACB, la NBA, la Euroliga y, desde su residencia en Chamonix Mont Blanc, ha estado al día a través de Internet. Últimamente ha vuelto a sentir la llamada del baloncesto. "Hace tiempo me llegaron muchos mensajes de gente que se acordaba de mí y me decía que tendría cosas que aportar. Puede que tengan razón", comenta. De momento, ya ha superado parte del curso de entrenador y se dejó caer por la Caja Mágica durante los 'playoffs' de la ACB.
"Ya puedes ser el más rápido y el más fuerte, que si la naturaleza no quiere que subas, no subes" Isma era un auténtico perro de presa en la cancha, una pesadilla para los mejores anotadores de los 90. Y eso que apuntaba a ser uno de ellos. "Yo, de júnior, podía meter 20 ó 30 puntos con facilidad, pero cuando subí al primer equipo estaban Fernando y Antonio Martín, Biriukov, luego Sabonis, Arlauckas... No podía tirar tanto. Me especialicé en la defensa porque era la única forma de ganarme minutos ante tanta estrella y acabé siendo clave", recuerda. Secó a Djordjevic, Danilovic, Myers..."No me siento orgulloso de ninguna defensa en especial. Era una cuestión de equipo", opina. Aunque la especialización le pasó factura: "Luego, cuando quería anotar, ya no me salía. Pero nadie me puso una pistola para que defendiera. Yo elegí el camino y no me arrepiento de ello".Él también escogió hace ocho años tirarse al monte. Aunque ahora retorne al mundo del baloncesto, Isma Santos no se alejará mucho de la montaña. "La llevaré siempre dentro. Forma parte de mí. Estará siempre en mi cabeza y en mi corazón", sentencia.
Al fin y al cabo, como él dice: "Es una metáfora de la vida: subir y superar obstáculos".
Por Nacho Duque
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