Tanto el salmón blanco como el mero viven en las
profundidades ocultándose bajo las piedras, grietas u otros escondites.
Emociones fuertes embarcados.
En esta época, en la que aumenta la temperatura del agua, se
generan grandes oportunidades para ir en busca de salmones, meros y chernias.
Los voraces luchadores basan su alimentación formando grandes cardúmenes,
llevando sus presas a la superficie y, en ordenados grupos, se alimentan de
juveniles. Basados en este comportamiento alimenticio, no se hace difícil
encontrar su ubicación, y es por ahí donde debemos pasar con los señuelos y
equipos de Jigging (pesca vertical), siempre a media agua. Una verdadera chance
para hacerse un festín de trofeos.
Sin embargo, en esta ocasión, el staff de PEZCALANDIA va a
concentrarse en la experiencia de la pesca de altura a plomo (en vez de
señuelos), para capturar las especies de piedra o también denominadas de ojos
grandes, que como escondite buscan el fondo rocoso donde habitan diminutos
peces, crustáceos y mariscos, que conforman con la vegetación un campo de
alimento en el lecho marino y lugar especial para que estos depredadores
busquen satisfacer su apetito.
Estas especies que viven en las profundidades se ocultan
bajo las piedras, grietas u otros escondites, esperando la oportunidad del paso
de algún juvenil distraído que pueda convertirse en comida. Es así como se comporta la cadena alimenticia
en el mar, el pez más grande se come al chico. Este básico pero eficaz
concepto, nos obliga a crear una estrategia de pesca que consiste en cortar
grandes trozos de pescados capturados en la zona, colgarlos de los anzuelos con
una sola pinchada y tentar a los depredadores moviéndolos por el fondo.
Cuando el agua llega al grado de temperatura más alto,
debemos buscar a mayores honduras; el lugar adecuado de las especies que viven
todo el año en esta zona del Mar Argentino se ubica entre los 50 a 60 metros de
profundidad, nos referimos especialmente a salmones blancos, meros, chernias,
abadejos, besugos, entre otros, qué por su tamaño y robustez, nunca se entregan
dando lucha hasta el último momento. Los elegidos para esta pesca de
profundidad tienen, dicho sea de paso, un gran valor gastronómico.
Con la ayuda de la tecnología y la práctica en el
reconocimiento del suelo marino mediante sonda, una vez ubicado el campo de
alimento, bajamos los plomos hasta que toquen fondo. Con la embarcación en leve
movimiento, vamos avanzando tentando a los grandes del mar para que salgan de
su escondite a tomar los cebos y de esta manera comenzar la pulseada.
Al momento de tomar la carnada, la intención de la presa es
retornar rápido a su escondite para devorarse lo capturado, instante en que el
pescador debe trabar la estrella del reel con fuerza sin ceder nailon y la
acción de la caña.
Si el pez logra ganar la cueva, lo más probable es que el
nailon se corte con el roce de lo que haya en el fondo, pero si la habilidad y
paciencia del pescador logran cansarlo para subirlo aunque sea solo un metro,
tendrá la posibilidad de hacerse del triunfo. Cuidado, no es raro que en este
duelo, por muchos factores, de todos modos pueda llegar desprenderse del
anzuelo. Más allá de los enojos por estas situaciones hay que pensar que en
estos imprevistos está lo atractivo de este tan preciado y emocionante deporte.
La pesca de altura si bien es apta para todas las personas,
lo recomendable es que sea practicada por mayores de 12 años, ya que hay que
tener suficiente fuerza en los brazos para soportar la lucha que ofrecen estas
especies.
Atentos a las posibles consecuencias del denominado mareo o
mal del mar. Las distancias a cubrir hasta los puntos de pique, pocas veces
llevan menos de dos horas en las veloces embarcaciones, lo que permite un
descanso para aquellos que arriban directamente para abordar. Sin embargo, lo
aconsejable es llegar el día antes, dormir bien, y consumir una dieta calórica,
sin alcohol.
No se requiere experiencia ni condición alguna. Es
interesante que los guías suelen proveer todo lo necesario para la pesca
(equipos, carnadas, artificiales), de tal manera que el pescador sólo debe
concentrarse en dos cosas: la fuerza necesaria en los brazos y la preparación
de la máquina de fotos o filmadora.
Por el protocolo COVID no se ofrecen comidas ni bebidas,
pero cada uno puede llevar lo suyo. Los encarnes, quita del pescado y
asistencia permanente están a cargo del capitán y del marinero. Pueden anotarse
solos o en grupos, pero siempre con reservas anticipadas ya que, de un día para
otro, normalmente no se consiguen lugares (en especial los fines de semana).
Pezcalandia
Prensa & Difusión
Fuente: Weekend