El mundo de la escalada está "supermasculinizado":
no sólo porque los hombres son mayoría; también porque las mujeres que se
atreven con la pared y la roca se ven expuestas a paternalismo, condescendencia
e incluso a ser sexualizadas por sus compañeros varones. La desigualdad también
sube a la montaña, pero las escaladoras luchan por que sea un espacio de
seguridad, libertad y ajeno a prejuicios y estereotipos.
Tras vivir algunas experiencias desagradables, algunas
escaladoras se juntaron para investigar si esas vivencias de la desigualdad
eran casos aislados o prácticas machistas habituales entre otras mujeres que
también escalaban. Y descubrieron que eran muchas las que habían sido objeto
del desprecio, la desconfianza y el paternalismo de otros escaladores.
A partir de ese hallazgo, decidieron poner en marcha Girls
on the Wall, una asociación feminista que promueve la práctica de deportes y actividades
de montaña entre las mujeres, que persigue construir entornos de escalada
seguros en los que ellas puedan sentirse libres para marcar sus pasos sin
presiones, para seguir o parar, incluso para fracasar en sus intentos. Sin
frustración, sin miedo a no estar a la altura: se trata de deporte.
"La pared es tan mía como de cualquiera"
"Buscábamos espacios seguros para poder escalar. La
experiencia del entrenamiento en grupo está muy centrada en los chicos, muy
dirigida a su fisonomía. Nos encontrábamos actitudes condescendientes,
paternalismo, situaciones incómodas", explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA una
de las impulsoras de la asociación de escaladoras, María.
Por eso, Girls on the Wall se planteó crear grupos no mixtos
de escalada para mujeres, para que se sientan cómodas con la escalada, sin
presión, sin comentarios que las infravaloren, sin consejos no pedidos, sin
"mansplaining". Un "espacio seguro" que sientan suyo, donde
disfruten y no tengan que pensar que no han podido hacer un bloque, donde no se
frustren.
"Da igual la experiencia, si se es capaz de superar o
no un grado difícil. La pared es tan mía como de cualquiera", defiende la
experta en escalada. "Un sitio que yo vea que es mi espacio, en el que me
sienta libre para hacer lo que quiera sin que nadie me diga 'haz esto así',
'pon el pie aquí', 'haz esto más fácil'. Sin paternalismo, en el que no me
sienta una impostora, donde no haya conductas de sexualización. Sólo quiero ser
una compañera más que está a tu lado escalando", añade.
Algunos de los comentarios que se escuchan son "no vas
a ser capaz, es demasiado para ti"; "no lo conseguiste porque no te
esforzaste lo suficiente"; "te estás metiendo en una vía muy
dura" .
También hay casos de sexualización, de hombres que
aprovechan e instrumentalizan la escalada para intentar ligar, señala María.
Como recoge en su libro Escalantes María Francisca Mas Riera, en el que hay
testimonios de mujeres que dejaron de ser invitadas a viajes cuando se negaron
a intimar con sus compañeros varones.
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La asociación acaba de hacer una encuesta a más de
doscientas escaladoras y, por desgracia, no es sorprendente que uno de sus
resultados preliminares sea que las mujeres no consideran el rocódromo como un
entorno seguro al que ir a entrenar solas.
En unos talleres que la asociación está dando en un
rocódromo del distrito del sur de Madrid, han visto cómo los chicos llegan a
pasar por encima de las aprendices cuando hacen travesía: "Se podrían
caer, para la chica es un problema que hagan eso. Cuando les dices que tienen
mucha pared para escalar, contestan que ellos vienen todos los días. Como si
este no fuera también nuestro sitio", denuncia.
Descubrir tus límites
Aún es raro ver a grupos de mujeres escalar juntas en un
rocódromo, lamenta María. También ver cordadas exclusivamente femeninas
(equipos de dos o tres escaladoras que se atan a una misma cuerda),
especialmente en escalada clásica. .
La experta señala que la escalada es una actividad
fantástica que permite desconectar de la rutina, del día a día: "Son
momentos en los que estás centrada únicamente en lo que haces con tu cuerpo,
adónde mueves el pie, cómo giras la cadera... Es como una meditación
activa".
Si se escala en la montaña, el entorno natural "llena muchísimo" y contribuye a la seguridad en una misma. "Estás en medio de una pared metida y es muy chulo. Tiene mucho de autoconocimiento, de irte probando, de descubrir tus límites, hasta dónde puedes llegar".
Pezcalandia
Prensa & Difusión
Fuente: epe