Difundimos a
nuestros seguidores este gran informe de la española Edurne Pasaban que ascendió
a la cima de las 14 montañas más altas y peligrosas del planeta, entre ellas el
Monte Everest en el Himalaya.
Desde muy pequeños nuestros padres nos preguntaron cuál era nuestro
objetivo en la vida, o qué queríamos ser de grandes. Algunos desean ser
médicos, otros abogados, maestros. Inclusive los más audaces se atreven a soñar
y desean ser exitosos deportistas. Seguramente a la española Edurne Pasaban
esto le dio vueltas en la cabeza una y mil veces. Optó por un deporte no
convencional y de paso rompió con todos los estereotipos de otras épocas.
Escaló las 14 montañas más altas y peligrosas del planeta, entre ellas en
famoso Monte Everest en el Himalaya.A sus 47 años pareciera que esta mujer lo vivió
todo. Estuvo en lo más alto del mundo, pero en algún momento de su carrera tocó
fondo. Sin embargo, su convicción y motivación son una verdadera lección de
vida ya que por más que la vida te presente un montón de montañas difíciles hay
que ir paso a paso hasta encontrar la cima.En diálogo exclusivo con MIRADOR ENTRE RIOS, se
refirió a su pasado y presente en el alpinismo.-¿A qué edad empezaste a escalar?-Desde muy joven, a los 14 años. Me
apasionaba y era muy feliz haciéndolo. Hasta que escalé mi primera montaña de
8.000 metros en el año 2001, es entonces cuando empecé a pensar que me gustaría
tomármelo como algo más profesional. No fue hasta el 2008 cuando consigo
ascender cuatro montañas que esto iba enserio y se convirtió en mi propósito de
vida.
-¿Quién o quiénes te motivaron a iniciarte en
el montañismo?-Mis padres desde muy pequeña me
llevaron al monte, y luego aquí en España a los Pirineos por primera vez. Los
primeros contactos con la naturaleza fueron de la mano de ellos. Me anotaron en
un curso de escalada en un club de montaña de mi pueblo, y fue allí donde
coincidí con un primo mío que casualmente era uno de los monitores del grupo de
enseñanza. Gracias a él me inicié en esta actividad.
-¿Qué cosas en la vida dejaste de lado por
practicar este deporte?-Como todo deportista y como toda
persona que tiene un objetivo en la vida, por un reto, tienes que dejar muchas
cosas. En etapas diferentes de mi vida, como en la adolescencia y la juventud,
pues por ejemplo dejé de asistir a fiestas. Cuando uno se preparaba a ir de
expediciones o al monte, se concentraba en entrenar. Igualmente no me ha
costado mucho. Me atraía el hecho de poder ir a escalar. Pero una de las cosas
que he dejado de lado es el deseo de ser madre. A los 31 años se me encendió
ese feeling de la maternidad. Todos mis compañeros eran padres y consideraba
que para una mujer que se dedicaba a esta actividad el ser madre se convertiría
en un problema y eso pesó. Pero en definitiva lo fui a los 43 años.
-¿Cómo fue la experiencia de hacer cumbre en
tu primer “ochomil”?-Fue muy satisfactorio, emocionante
pero a la vez un poco decepcionante. Yo me había imaginado el momento en que
llegaría a la cima. Creo que cuando todos tenemos un reto, un sueño, de alguna
manera ambicionamos llegar lo más lejos posible. Recuerdo que cuando íbamos a
llegar a la cumbre del Everest, me imaginaba llorando abrazada a mis compañeros
y sin embargo no fue así. Mis compañeros me decían: “Ven Edurne, saca las fotos
que tienes que sacar y vámonos enseguida”, no hubo abrazos, llantos y todo eso
que imaginaba (ríe).
-Tienes una carrera universitaria y
trabajaste en una empresa familiar pero, ¿cuál fue la reacción por parte de tu
familia cuando decidiste dejar todo por perseguir tus sueños?-Nunca pesé que iba a ser mi
profesión, mi medio de vida. De hecho, a los 18 años llegó el momento de ir a
la Universidad y no tenía muy claro lo qué quería hacer. Recuerdo que estuve
dudando de muchas cosas. Pero yo soy hija de una pequeña familia de empresarios
del país Vasco. Mis abuelos empezaron con un pequeño emprendimiento de máquinas
de herramientas donde trabajaban mi padre y mis tíos. Yo en mi casa no había
visto otra cosa que ingenieros, entonces llegó el momento de decidir qué
carrera elegir en la Universidad y, como no tenía claro lo que quería seguir,
me decidí por la ingeniería. Terminé la carrera y me puse a trabajar en la
empresa familiar. Cuando hago mi primera montaña mi padre me preguntó qué es lo
que quería hacer en la vida, de alguna manera me puso entre la espada y la
pared. Yo siempre digo que he tenido la suerte de escuchar a mi corazón y opté
por seguir escalando.
-¿Cómo es el entrenamiento de una persona que
pretende escalar una montaña de esas características? ¿Se trabaja más en lo
físico que en lo mental o viceversa?-Yo siempre digo que el 75% es mental
y el otro 25% es físico. Si no te encuentras físicamente en buenas condiciones
es muy difícil llegar entero a la cima. Nosotros nos preparamos como cualquier
deportista. Yo he tenido la ayuda de un entrenador que me guiaba. Era muy
complicado entrenar para la altura en España, ya que no contamos con montañas
altas. Sí podíamos trabajar el aspecto aeróbico, ya sea andando en bicicleta,
corriendo o haciendo ski de montaña. Pero por desgracia no podíamos ir al monte
a trabajar la parte técnica. Uno se va mentalizando previamente a lo que se va
a enfrentar en cada ascensión.
-Fuiste la primera mujer en alcanzar las 14
montañas más altas del planeta. ¿Fue un sueño desde un primer momento o
producto de la mera casualidad?-La verdad que no fue un sueño desde
el principio. Cuando hice cumbre por primera vez en el Everest nunca pensé en
coronar los catorce ocho miles. Cuando en la vida alguien se plantea un
objetivo éste tiene que ser alcanzable. Plantearse las catorce montañas fue una
empresa muy ambiciosa y, probablemente, muy difícil de alcanzar. No basta
solamente con trabajar e insistir en alcanzarlo, depende además de muchos
factores externos, como el económico y el tiempo que se dispone, entre otras
cosas.
-A los 31 años te encontrabas en una
encrucijada. No sentías tener una vida como el común de la gente. ¿Seguís
manteniendo esa idea de que tu motivación sigue siendo la montaña?-Me daba cuenta que a esa edad mis
amigos y mi entorno con el que me rodeaba tenía una vida totalmente diferente a
la mía. Ellos se casaron, formaron sus familias, habían terminado alguna
carrera universitaria, tenían un puesto de trabajo fijo y yo no tenía nada de
eso. Desde afuera mi vida parecía magnifica y bonita. Viajaba, hacía lo que me
gustaba, me iba de expediciones, pero realmente era muy solitaria. Muchas veces
cuando volvíamos a casa desde una expedición yo me sentía muy sola. Entonces, a
raíz de ello, caí muy enferma de depresión que me mantuvo internada en un
hospital por cuatro meses. Como consecuencia de todo esto es que en el año 2006
no realicé ningún ochomil en mi carrera deportiva. Fueron momentos muy duros
para mí, es por eso que me replanteé muchas cosas y le empecé a echar la culpa
a la montaña de mi situación. Pero gracias a mi familia, mis amigos y a los
profesionales de la salud pude sobrellevar todo esto. Sin embargo, el problema
no era la montaña, ya que la montaña es mi vida. Tenía que entender que yo era
diferente a los demás y que era feliz haciéndolo.
-En una oportunidad intentaste escalar el
monte Everest sin oxígeno. ¿Qué pasó realmente?-En el año 2001 subí el Everest con
bombona de oxígeno. Pero al resto de las montañas no. En 2010 me quedó esa
espina de subir la montaña sin oxígeno. Al año siguiente organicé una
expedición para poder cumplirlo, pero por algunos factores ajenos no pudimos
hacer cumbre. Considero que cualquier alpinista que posee buena preparación
física y mucho entrenamiento puede escalar cualquier montaña.
-Supongo que el montañismo es una actividad
que demanda muchos costos operativos. ¿Has tenido apoyo de algún patrocinador
para poder realizar todas esas ascensiones?-La verdad que no. En las primeras
expediciones no tuvimos la ayuda de algún patrocinio. Las pagábamos vendiendo
camisetas, hacíamos boletos de navidad, fiestas navideñas y todo tipo de
loterías para recaudar fondos. Y si faltaba dinero lo poníamos de nuestros bolsillos.
Mi padre me ayudaba, mi hermano también. No fue hasta mi octava ascensión donde
comenzaron a llegar algunos auspiciantes. Este es un deporte muy minoritario.
No tiene mucha visibilidad por parte del público y no apuestan por uno. Al
final de cuentas tienes que demostrar que eres capaz de hacer las cosas y es
entonces donde allí se te empiezan a abrir las puertas.
-¿Qué opinión tenes de las expediciones
comerciales?-Es verdad que se ha popularizado
mucho la actividad y más que nada en el Everest, donde abundan las expediciones
comerciales para gente que quiere subir a la montaña más alta del planeta.
Considero que con la gente hay que ser respetable, y que cada uno tiene un
sueño por cumplir. Sin embargo, no comparto ese tipo de sueño en las personas.
Estando en el campo base del Everest he visto que ni siquiera saben colocarse
de manera correcta el equipo. No saben cómo colocarse los crampones en las
botas, por ejemplo. Siempre me he preguntado: ¿qué es lo que les atrae subir?
¿La montaña, el alpinismo? O más bien demostrarle a los demás de lo que pueden
llegar a hacer. Pienso que por ese lado hemos perdido el romanticismo en ese
tipo de cosas. Los humanos creemos que podemos hacer todo por encima de todo.
Opino que deberíamos llegar a una regulación para poder hacer ese tipo de
ascensos.
-¿Qué montaña te trajo más complicaciones y
por qué?-La montaña que más me ha costado fue
el K2, en Pakistán, que es la más complicada de todas. Es la segunda montaña
más alta de la tierra. Pero, ¿por qué es difícil? Porque la parte más técnica
de la escalada está por encima de los ocho mil metros. Me ha costado mucho
escalarla. Íbamos con un equipo muy fuerte. La ascensión la realice en 2004 y
hacía tres años que nadie había intentado subirla. Realmente fue una expedición
muy dura y a causa de ello sufrí congelaciones en la bajada. Como consecuencia
de dicha dificultad me amputaron dos dedos de los pies.
-¿La pondría en tu catálogo de una de tus
montañas favoritas?-Si me preguntas si es mi montaña
favorita yo te contesto que sí.
Fundación Edurne Pasaban“Montañeros para el Himalaya Edurne Pasaban” surgió en 2010 del
compromiso solidario e implicación de la alpinista tolosarra, quien desde el
año 2003 colabora activamente con la Fundación. Comparte filosofía y proyectos
con montañeros para el Himalaya, con sede en Andorra, de la que es delegación
en el País Vasco con sus propios patronos y estatutos.Montañeros para el Himalaya Edurne Pasaban (MHF)
es una fundación privada sin fines de lucro, que agrupa a montañeros solidarios
con niños y niñas de las montañas del Nepal, Pakistán, Tibet, India y Bhután
con la esperanza de abrir una vía a la educación para generar el progreso
económico, social, cultural y político de la zona.DistincionesPremio Sabino Arana (2002)Distinción Lan Onari del Gobierno Vasco (2009)Marca Leyenda (2010)Medalla de Oro del Mérito Deportivo de España
(2010)
Premio Reina Letizia (2010)Premio Vasco Universal (2010)
Fuente Mirador Provincial.
Pezcalandia
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